“Vivo en reconquista, ciudad del departamento General Obligado, al norte de la provincia de Santa fe, a poco más de 100 km de la provincia del Chaco”, así se presenta Jorge Miceli, no dice oficio, no da títulos, señala su lugar de pertenencia.
Desde allí, recorrió 3.659 km porque en Ushuaia tiene cuatro nietos, motivo suficiente para tal travesía. Y aprovechando semejante viaje, trajo con él su libro “Monte Madre” y su última narración escénica “Eso que llaman justicia”.
Jorge Miceli destaca que no vivió en Reconquista en dos lapsos de su vida: “el primero obligado, en 1976 cuando la dictadura me encarceló durante tres años y el segundo, digamos que fue inventado por mí, viajé a Córdoba donde viví 15 años, eso fue en la década del 80 y 90 y después Reconquista es mi lugar”.
Sobre cuál fue el justificativo que motivó a la dictadura a encarcelarlo explica que fue: “seguramente por haber compartido materiales subversivos decían ellos,
materiales que pertenecían a una organización revolucionaria…en ese tiempo trabajaba en un banco y cuando salí, después de un tiempo me reincorporaron al banco, hasta que renuncié para dedicarme exclusivamente al teatro de títeres, oficio que ejercí durante 40 años y ahora estoy incursionando en la narración oral”.
El domingo 3 de septiembre Jorge presento su obra de narración oral escénica “Eso que llaman Justicia” en el espacio Ushuaia Participa en el Barrio de Andorra y cuenta que es su segunda producción: “la primera se llamó ‘Cuentos y Ungüentos para el Alma’, era más intimista, estaba relacionada con mi vida, mi niñez, mi adolescencia, mi juventud”
Jorge ha escrito obras de títeres y ahora incursiona en la Narración oral escénica,
pero no se siente dramaturgo, dice que se siente: “fundamentalmente actor, y actúo desde niño… voy a confesar, yo desde niño actúe en grupos vocacionales de teatro en Reconquista, en mi lugar, y puedo decir que desde siempre hice teatro; cuando me encarcelaron, el régimen carcelario era muy duro, a los presos políticos, prácticamente, intentaban volvernos locos porque no nos permitían hacer absolutamente nada, ni escribir, ni leer nada, prácticamente casi sin pensar.
Entonces, cuando yo salí de la cárcel salí con muchas ganas de hacer cosas, fundamentalmente teatro, es lo que más me gusta”.
En ese periodo de su vida, aún en dictadura, Jorge se veía vigilado, perseguido, y para no comprometer a nadie: “me dije voy a hacer títeres y empecé a ser titiritero, a partir de ahí… aprendí mucho… la última obra que hice para niños se llamaba
‘Pamela y el Mago’ con esa obra recorrimos muchos lugares, gran parte de la Argentina y del exterior también estuvo en España, en Suiza, en ese momento yo trabajaba con la que era mi esposa, después nos separamos y al tiempo volví a hacer otra obra que también me resultó muy grato que se llamaba ‘De Reyes y de Flores’ y con esa obra viajamos mucho por Colombia , Venezuela, y la Argentina”.
Sobre su deseo de aportar a la memoria colectiva con su trabajo, Jorge aclara que: “es una necesidad interna que no puedo explicar, no puedo conceptualizarla, pero es una necesidad interna que me mueve a escribir, a decir cosas que en mi interior dan vueltas y que encuentran un sentido al escribir” Cuando Jorge empieza a incursionar en la narración oral escénica descubre que le gusta ese tipo de comunicación: “sentí que me gustaba comunicar así, oralmente las cosa que yo
sentía, pero a la vez sentí que también tenía que comunicar cosas de mi interés político por qué considero que la memoria colectiva es lo más importante políticamente”.
Así que, ahí va Jorge con sus obras y relatos: “quería contar cosas para que no se pierdan, para que no se olviden, para transmitirlas, inclusive a personas que ignoraban aún hoy, lo que había pasado en aquella época tan oscura, esa era mi intención”.
Jorge, siempre ha sentido el teatro como una herramienta de transformación social y manifiesta que: “ahora todavía más es una herramienta, la narración me parece importantísima, y que tal vez sea la originaria de todas formas de comunicación, la narración oral, alrededor de un fogón contar toda una experiencia… a mí me resulta apasionante esto de poder contar”.
Sobre la primera experiencia de montar su obra “Eso que llaman Justicia” en el espacio de Ushuaia Participa confesó que se sintió: “bien porque me pareció un público maravilloso muy respetuoso en los silencios, dedicado exclusivamente a escuchar eso, me pareció fantástico”.
En un espacio vacío, un cortinado negro, una pequeña plataforma que oficiaba de escenario, tres sillas unidas connotaban un banco, un reflector de obra contrapicado y un seguidor improvisado con un rollo de cartón que tenía en la punta una gelatina color ambar que iluminaba una silla sola, a un lado del escenario. En la oscuridad de la sala aparece Jorge, con un traje de preso y el número 2.130 escrito en el pecho: “si era mi número de preso, es casi una copia exacta del traje que tenía en la cárcel de Coronda”.
Tres años sobrevivió a un régimen que intentaba volverlos locos y ahora después de un largo tiempo lo puede contar: “lo que yo me figuro es que en situaciones extremas la persona humana se aferra en lo que puede y si tiene cosas adentro se aferra a esas cosas para sobrevivir y si no tiene nada es muy difícil. Yo, felizmente me jacto de haber sobrevivido en buenas condiciones… ya que me aferraba a lo que soy, a lo que había vivido, a los recuerdos”.
“Estoy un poco preocupado, un poco triste” expresa Jorge al reflexionar sobre la actualidad de Argentina: “decir esta obra, por ejemplo, como anoche, son espacios, momentos que me ayudan mucho, pero lo que está pasando en Argentina me preocupa mucho. Me preocupa el avance de la derecha, me parece que ese es un retroceso mundial… pero es evidente que hemos cometido errores… tal vez no hemos sabido transmitir bien, por eso yo apunto a la importancia de mantener la memoria”.
La pregunta es cómo mantenemos la memoria: “yo he escrito un libro con ese fin, narrando un episodio en particular, pero creo que contando que sienten todos, contando esos pequeños episodios, vamos a armar la gran red que es la memoria colectiva”.
El libro es “Monte Madre” y la presentación se hizo el lunes 4 de septiembre en la sede del Bachillerato Popular en la Escuela Nº 41 del Río Pipo.
Sobre el libro Jorge cuenta que: “tuvo una trayectoria muy interesante porque, basado en ese libro, primero se hizo una obra de teatro y después una película que se llama ‘Los del Suelo’”. En la presentación, con un público conformado por alumnos del Bachillerato Popular y público en general, Jorge compartió de manera emotiva la historia de Irmina Kleiner y Remo Vénica, dos militantes de las Ligas Agrarias que entre 1975 y 1979 se ocultaron a través de la espesura chaqueña, donde tuvieron dos hijos, y viajaron a pie hacia el norte de Santa Fe. Allí finalmente pudieron escapar del país con documentos falsos. Los militares enviaron cerca de 400 soldados y policías en su búsqueda, pero no los encontraron. Jorge contó brevemente como sobrevivieron cuatro años en el monte chaqueño con las patrullas de la dictadura rastrillando cada hectárea.
La exposición de Jorge reveló que lo narrado en el libro, encierra ese secreto que él lleva en su corazón de contribuir a restaurar esa red social que: “la dictadura le produjo un tajo por el que se fueron perdiendo los sueños”.
En su obra de Teatro, Jorge cuenta que se inspiró en “La razón blindada”, obra de teatro de Arístides Vargas que narra la vivencia de su hermano, como preso político en Rawson y donde los guardias no los dejaban levantarse, tenían que estar todo el tiempo sentados y les prohibían hacer teatro: “fíjate vos, que maravilla ¿no? porque el tipo se inspira en lo que hacían los presos. Que los presos estaban tan limitados de hacer cosas… estábamos tan limitados que
hacíamos lo que podíamos, a eso me refiero cuando te decía que subsistíamos o sobrevivíamos los que teniamos cosas para para consumir, como cuando pasamos varios días por ejemplo sin comer, si vos tenés en tu organismo como alimentarlo, cómo alimentarse de sí mismo, seguramente sobrevivís, pero si sos muy débil no sé sobrevive y en ese estado, en esas circunstancias, uno saca lo que puede sacar que está dentro, pero uno no sabe que lo tiene, y
seguramente esos presos en los que se inspiró Arístides hacían eso, porque el Guardia le dijo acá teatro no y sentados alrededor de una mesa dijeron teatro sí, de la forma que podamos”.
“El teatro es maravilloso, cuando yo salía de gira con mis títeres muchas veces llegaba a lugares donde no había una sala teatral o si había no tenía acceso, y me iba a cualquier lugar, a un galpón y montaba el retablo acomodaba la silla empezaban a llevar los chicos y ese galpón ya estaba transformado en un teatro maravillosamente y eso es lo que me apasiona”.
“Anoche cuando nosotros llegamos” recuerda Jorge sobre el lugar de la presentación de la obra: “estaba completamente vacío, pusimos una tarima, una tela, una silla y todo se transformó”.
A la presentación del libro y de la obra de teatro, los nietos de Jorge con su mamá y su actual compañera, Estela Pietropaolo, lo acompañaron asistiéndolo en pequeñas cosas necesarias para que todo salga bien, y aunque algunos ya lo habían visto en
otra oportunidad, en esta, Jorge notó que les había gustado mucho: “yo después de la función me di cuenta, por las manifestaciones de afecto que me daban, me abrazaban, me acariciaban, no quise hablar demasiado del tema con ellos… pero me doy cuenta que les gustó”.
Recorrer 3.659 km, decíamos que no es poca cosa para visitar a los nietos, pero no es casualidad que se le haya ocurrido traer su libro y su obra, ya que es parte de esas acciones que están ligadas a su incansable militancia, a esa: “necesidad interna que no puedo explicar, no puedo conceptualizarla, pero es una necesidad interna… de armar la gran red que es la memoria colectiva”.
Este jueves 7 de septiembre, a pedido del público y con la gestión de los docentes del Bachillerato Popular, la obra “Eso que llaman Justicia” se vuelve a presentar en el espacio Ushuaia Participa, en Herminia Vera 2471, a las 20:00. La entrada es libre y gratuita la salida es a la Gorra.
FUENTE: Bachillerato Popular/ Jorge Miceli
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