Mauro Montero pasó por Ushuaia y brindó dos monólogos de Humberto Costantini, “De qué te reís” y “Rabia”.

La Sala Onírico Sur se llenó de un público que acompaño al actor en esta: “operación quirúrgica muy, muy aguda, sobre la idiosincrasia nuestra, y sobre el destino trágico del ser humano” tal como describió Montero a la dramaturgia de Costantini.

En la oscuridad de la sala se escucha una voz que espantando al silencio declara:

 “La vida, vos sabés, es el mejor maestro. Te va enseñando cosas. ¡Eso che! Te va enseñando. Un año, y otro, y otro… y al final vos vas comprendiendo, vas viendo las cosas como son”, las luminarias revelan una escena vacía, sólo hay un cajón negro en el fondo de la escena y el actor en un extremo del escenario estará todo el tiempo hablando hacia la penumbra del otro extremo.

Mauro Montero, como titiritero de sí mismo, juega en la escena, llevando sutilmente al público a entender desgarradoramente a quien le preguntaba insistentemente “De que te reís”.

Luego de un pequeño intervalo se abre la escena con un spot frontal contrapicado que pega de lleno en el actor, generando una sombra fantasmagórica. La imagen connota un cuerpo que está siendo torturado, allí, tirado en una silla como si hubiese recibido un baldazo de agua: “La culpa fue del calor. Del calor o del tipo que dijo eso. Pero a lo mejor la culpa no fue del calor ni del tipo. La culpa fue mía” arranca un monologo desgarrador y que espanta, literalmente espanta ya que algunos espectadores huyeron de la sala y Montero con un cuerpo hecho carne, a la medida del relato, tirado en esa silla, cuenta como las vivencias de Ernesto, un  desocupado, termina siendo: “una telaraña de rabia sorda que se va tejiendo día a día sobre su cabeza”.

Mauro Montero contaba que: “todo teatro es político y físico, yo lo concibo como físico, desde el momento que hay un cuerpo en el espacio o lanzado en el espacio, hay una carne, hay huesos, hay sangre ahí, en un espacio determinado”, fiel a su discurso, de cómo le gusta producir teatro: “nos gusta laburar así, investigando, tipo laboratorio, definir un territorio, un tema y bueno… que lo que salga surja de ahí, de lo que está pasando entre esos cuerpos”, ahí lo que pasaba, pasaba entre su cuerpo y el público, el actor y su actuación como eje de la propuesta que brindó Mauro: “Eso nos interesa, desde ese lugar laburar, desde los actores, desde los cuerpos, de estar presente en la escena en el espacio, el actor como el mismo espacio, el actor como el mismo productor”.

Militante del teatro independiente, laburante de la escena, Mauro Montero hizo honor a sus maestros, Cristina Banegas, Pompeyo Audivert, Ricardo Bartís, Sergio Boris, y a la sólida dramaturgia de Humberto Costantini que: ““nos interpela continuamente en lo que él dice. En un lenguaje muy llano, nada rebuscado, mucha ironía, riéndose un poco de la miseria de cada uno”.

La obra cuentó con la Asistencia en Dirección de Lalo Ventriggi y con la música de Pablo Correa, que generalmente participa del monólogo en vivo.

Los “Dos Cachos de Humberto” no pasaron inocentemente por la Sala de Onírico Sur, pasaron dejando la huella de un trabajo sólido y cuidado.

FUENTE: Compañía de Teatro Onírico Sur.


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