Mauro Montero, nació y se crió en Campana, provincia de Buenos Aires por la ruta 9 pegado a Zarate. Sus padres, con gran afinidad por el arte, su mamá poeta y su padre fotógrafo, lo mandaron al taller municipal de teatro a los 8 años, también a folklore, pero por allí no prospero. Reconoce a Diana Martínez como su maestra en aquellos tiempos:mi primer maestra Diana fue pareja de Miguel Abuelo, el tema Diana divaga se lo hizo a ella” y cuenta que cada vez que la cruza en algún evento le dice a todo el mundo “Ella fue mi primer maestra”.

Dice que de pibe quería ser guardaparque, pero la vida lo arrastro por otros lados: “fui papá muy joven, había que laburan… y bueno laburamos, hicimos lo que había que hacer y bueno… acá estamos con el teatro”.

Es la primera vez que llega a Ushuaia: “yo miraba el canal encuentro. Vi algunos programas sobre la isla y de lo que traía a la gente acá siempre me inquietó, me daba curiosidad, intriga, como una atracción”.

Mauro cree que esa atracción es: “como un viaje hacia uno mismo, yo pensé en toda la gente y los motivos por lo que uno se viene a vivir acá, a una isla, en el fin del mundo… un viaje interior”.

Señala que lo mueve: “entablar un poco de charla, conocer el lugar a través de su gente, me parece que ahí también existe un poco el lugar, más allá de esta geografía que es maravillosa, el frío, me gusta la nieve… todo esto me gusta”.

Con muchos años de militar en el teatro independiente formándose con Cristina Banegas, Pompeyo Audivert, Ricardo Bartís, Sergio Boris, y otros docentes destacados, Mauro llega a la sala de Onírico Sur con un unipersonal denominado :“Dos Cachos de Humberto, son dos monólogos de Humberto Costantini, ‘De qué te reís’, el primero y más extenso; y ‘Rabia’ que es el segundo”.

Además, destaca que “son dos propuestas estéticas muy distintas, es muy austero todo lo que tiene que ver con la escenografía y decorado, me gusta laburar con muy poco, en ese sentido”.

“La gente se va a encontrar con unos textos muy nuestros, muy argentinos, un lenguaje muy porteño, o como pusimos ahí en la sinopsis… son barrios de Buenos Aires, pero podría ser tranquilamente un barrio de San Petersburgo, por el alcance que tiene la pericia de Costantini para retratar al ser humano, no solo de su época, ya que estamos hablando de los años 70´”.

Montero admira profundamente a Costantini, cuando lo conoció no pudo dejar de leerlo y resalta que su obra:“es una operación quirúrgica muy, muy aguda, sobre la idiosincrasia nuestra, y sobre el destino trágico del ser humano. Un destino trágico que conlleva vivir en una sociedad como esta, sin por eso caer en un pesimismo absoluto”.

Además, destaca que: “si bien, no deja de ser una suerte de pesimismo, él era un tipo que amaba la vida, amaba a los amigos, era veterinario, era un escritor de la puta madre, de la talla de Aroldo Conti, Santoro, de tantos como Walsh, estamos señalando a unos monstruos, pero injustamente olvidado, ninguneado… pero esto pasa”.

“Este Constantini” manifiesta Mauro “nos interpela continuamente en lo que él dice. En un lenguaje muy llano, nada rebuscado, mucha ironía, riéndose un poco de la miseria de cada uno, de las propias traiciones hacia uno mismo también, de un sistema perverso que nos va de algún modo llevando… bueno nos hace pensar un poco en eso”.

Mauro revela que hay algo en la trama que de algún modo rescata al protagonista de esa tragedia: “lo humano, lo mismo que los hunde. Lo humano, la condición y la complejidad de un ser humano, un hombre o una mujer, en este contexto. No podemos hablar de una persona sin su contexto, dentro de un contexto enajenante, donde continuamente uno es bombardeado por órdenes, por mandatos muy fuertes. Es eso y él los rescata, porque tampoco es que condena a la persona, lo rescata desde lo humano, es que a veces es imposible no haber hecho lo que se hizo”.

“Humberto Costantini”, dice Mauro: “pone, también, la otra vereda de enfrente, ya que es uno cuando uno elige, el hombre por sobre el animal tiene el libre albedrío… bueno uno elige de que vereda está, él nunca estuvo en la vereda de los poderoso,  de los que detentaban el poder, así llanamente, él estaba del otro lado siempre, en todo lo que hacía, en lo que pensaba y en lo que decía”.

Cabe recordar que Humberto Costantini estuvo exiliado en Méjico : “durante siete años, siete meses y siete días , y vino en el 83’ y murió en el 87 con 63 años”.

Mauro desarrolla su trabajo de actor, director y docente en la Biblioteca Popular Jean Jaures de Campana, y plantea que en su proceso creativo busca reconocer “lo que a uno le nace, lo que a uno le brota, ese pimpollo que uno tiene adentro a punto de reventar a punto de explotar… eso es para mí lo que habría que escuchar ¿no?”.

Además, dice que le gusta: “cranear y pergeñar a partir de núcleos narrativos, nos gusta laburar así, investigando, tipo laboratorio, definir un territorio, un tema y bueno… que lo que salga surja de ahí, de lo que está pasando entre esos cuerpos, el actor siempre adelante, como el elemento más importante, como decía Grotowsky: puede haber teatro sin decorado, sin luz, sin escenario, sin escenografía, pero sin actor imposible que haya teatro. Siempre por delante la actriz, les actores y todo lo demás al servicio de él, de ellos, porque digo, tantas décadas de actores soportando textos pesados, no digo malo, pero digo pesados… solemnes, como si de eso se tratara el teatro, y sólo eran textos, tinta sobre hoja en blanco… teatro es otra cosa”.

Mauro denuncia que, hasta el día de hoy las escenografías, las luminarias, lo escenotécnico: “no hacen al relato que está sucediendo ahí, a lo que está pasando y de lo que no se habla. Cómo hablar del tema, sin hablar del tema, sería el tema ¿no?… cómo hablar de aquello sin nombrarlo, siempre rodeándolo, rondándolo. Eso nos interesa, desde ese lugar laburar, desde los actores, desde los cuerpos, de estar presente en la escena en el espacio, el actor como el mismo espacio, el actor como el mismo productor junto con otro, es un fenómeno demencial y colectivo el teatro”

Para él, el eje de lo teatral es la actuación: “no solo que te llega, sino que te llega y … (la explicación se torna onomatopéyica y gesticular, como que las palabras no alcanzan para transmitir esa comunión entre actor y público) te traspasa… estás acá conmigo… y bueno es por donde ahí por donde yo creo que va la actuación, lo que es el eje del teatro. Después podemos hablar del alcance social, del alcance político, por supuesto todo teatro es político y físico, yo lo concibo como físico, desde el momento que hay un cuerpo en el espacio o lanzado en el espacio, hay una carne, hay huesos, hay sangre ahí en un espacio determinado”

Sobre qué es lo que nos convoca interiormente a ver teatro, se pregunta y reflexiona: “qué convoca al público hoy, después de 2600 años, a seguir yendo a ver una obra, la gente sigue yendo a ese ritual.  Está bueno siempre que el público se haga esa pregunta, ¿qué me lleva mí a ver una obra? ¿qué hay dentro mío? ¿quién me lleva a ver el Teatro? ¿quiénes me llevan de los que están ahí conmigo adentro al teatro?

 Esas otredades, esas otras identidades más allá de la identidad histórica, sino de ese sondeo metafísico que también es para mí dónde bucea el teatro. En esas aguas profundas y ancestrales, somos también ecos de otras voces, eso no lo podemos negar, ¿quién está hablando por mí hoy?”

 Al concebir un modo de hacer teatro con el eje puesto en la actuación, Mauro resalta la importancia del campo de los ensayos: “con su alcance siempre excedido, siempre desbordado, usando esos bordes, los bordes que uno en la cotidianeidad respeta, se rige.  El espacio que nos da el campo de ensayo para ser esos otros, en verdad y la zona poética que se abre cuando uno empieza a bucear ahí y cómo, toda urgencia por narrar algo, empieza a desaparecer, uno entra en esa zona poética con el otro y empieza a construir desde acá (se señala el pecho) dejándose afectar y cómo tener un cuerpo cada vez más plastilina para poder editar esas afectaciones poéticas, esas derivas asociativas”.

Dos Cachos de Humberto: «De qué te reís» y «Rabia», se presenta este viernes 21 de julio a las 21:30 en la Sala Onírico Sur, en San Martín 788, entrepiso del Shopping Center.

Desde la organización informaron que las puertas se abren a las 21.30 y  el espectáculo comenzará puntualmente a las 21.45.

ENTRADAS: 2901498490.

FUENTE: Compañía de Teatro Onírico Sur.


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