“Me gustaría que realmente suceda lo que tiene que suceder para que no se cuente, sino que se viva y lo vean. No hay nada que contar, en la escena tiene que suceder y el otro mira. En la escena no se cuenta, no hay que contar nada, tiene que suceder, te tiene que suceder”
Oscar Farías.
Santiago Campos y Martín Pereyra lideran una compañía de baile conformada solamente de varones, denominada “Genoma”. Independientemente de este proyecto artístico aplicaron a una beca del Fondo Nacional de las Artes para desarrollar y fomentar el crecimiento del campo de la danza en Ushuaia, y en todo Tierra del Fuego, lo llamar0n “INTRA MOTUS”.
Santiago y Martín ganaron la beca del FNA y una de las primeras actividades que llevaron adelante fue un seminario de capacitación a cargo del bailarín y coreógrafo Oscar Farías.
“Nosotros lo conocimos a Oscar, a través de clases virtuales que tomamos el año pasado con muchos chicos de acá, formamos un grupo y pudimos compartir experiencias con ellos y otros profesores más” explica Santiago Campos.
Con Martín Pereyra deciden traerlo a Oscar: “nos parecía interesante la visión que tenía a cerca del movimiento, de la danza, más que nada, eso de expandir un poquito la cabeza, el pensamiento, eso para mí es fundamental, pensar distinto es necesario. No estar siempre en un solo camino sino ver distintas posibilidades”.
“Intra Motus” dice Santiago: “es un proyecto en el cual intentamos fomentar ese movimiento, fomentar eso que nos sucede, ese flujo que se va moviendo, en vez de encerrarse, agrandarlo”.
El proyecto presentado al Fondo nacional de las Artes, es una idea pensada en pandemia: “entonces estábamos encerrados, lo que queríamos era justamente que la gente tuviese un lugar en donde pueda experimentar cosas como las que sucedieron durante la semana de capacitación y en el espectáculo de cierre el fin de semana” destaca Santiago y agrega que su deseo es: “fomentar el movimiento a través de experiencias guiadas, en foros, encuestas… esto es el primer pantallazo, el primer lugar que se la da y por suerte pudimos traer a un gran maestro, a una gran persona…”
Martín Pereyra resalta, sobre lo que proyectan, que: “surge por la necesidad de crear un espacio donde resignificar nuestro movimiento, partir de nuestras propias experiencias. Llegamos a la conclusión de que nuestro cuerpo, al aprender danza, fue incorporando información para realizar movimientos , generando formas o patrones académicos que tiene que ver con la formación específica de una línea , careciendo de espacios para indagar en nuestro cuerpo, para buscar valores que sean propios, que nos identifiquen, que despierten sensaciones desde adentro, que surjan de nuestras experiencias, de nuestras necesidades, de nuestros deseos”.
Santiago dice que: “eso es lo que nos gustó de Oscar…que el movimiento es humano, el movimiento es persona. Hay muchas cosas que se ven pero… la persona es la que muestra, lo que se muestra…”.
Martín explica que: “desde el momento cero de nuestras vidas tiene que ver con el Movimiento. Todo se mueve. Y vamos aprendiendo y adaptando nuestro cuerpo a
los espacios, al tiempo, a los cambios. Cada ser es único y en la riqueza de su construcción surge la propuesta de investigar sus movimientos, el que nace desde su interior y que no tiene límites”.
Sobre la experiencia en la Gestión de la actividad de capacitación Santiago cuenta que: “Creo que la gente lo aprovechó, aunque no tuvo la repercusión que
esperábamos, ya que era gratuito, por una beca que nos dio el Fondo Nacional de las Artes, por eso era gratuito, pero no vino la cantidad de gente que esperábamos, podría haber sido el doble o el triple, yo lo digo conociendo la cantidad de artistas, bailarines y actores que hay acá”.
Sobre la Experiencia con Oscar Farías.
Oscar es rosarino y reside hace 13 años en la ciudad de Buenos Aires. Dirige tres diplomaturas universitarias de movimiento: una de clásico, una de contemporáneo y una de folklore, con veintiún docentes a cargo. Trabaja en una Universidad de Tucumán, y además da clases en un montón de estudios de Buenos Aires, viajando y
brindando seminarios.
Oscar abre la charla sobre su trabajo en Ushuaia poniendo un marco teórico-filosófico que encuadra su proceso de entrenamiento de los bailarines: “Lo que le compartía a los chicos es que, en el momento que los artistas entendamos que no le pertenecemos a la danza o que no le pertenecemos al teatro, que eso no fue inventado para que nosotros seamos
exitosos, para que seamos famosos. Que la danza no ocurre cuando vos bailas, el teatro no ocurre cuando vos actuás, que el teatro o la danza son miedos, son nombres que aparecen para poder ponerle una asignatura a algo para que el otro entienda, pero es siempre una red de comunicación que necesita la sociedad. La sociedad necesita saber de una manera tal vez
más poética, de una manera tal vez más diversa, como loca, algo
que sabe, pero desde la cabeza del otro”.
Asimismo, sobre el campo de la danza en Ushuaia nos decía que: “Yo lo que veo acá es como que los egos, acá y en Buenos aires, nos hace creer que la danza existe cuando estamos nosotros. Y eso no sucede. El ego… trabajar con el ego personal esto de -yo cuido mi ranchito- y no le pertenece al otro, en vez de decir… esperá, yo puedo hacer algo, chicos, yo puedo hacer algo en marzo y en abril, hago otro grupo y así que Ushuaia tenga una red de días, de meses que les pertenecen a diferentes grupos”.
Oscar manifiesta que el proyecto de Santiago y Martín “Intra Motus” viene a proponer esto, abrir y no cerrar: “Hay algo que hay que hacer de la mano. No cuidar tu ranchito, porque el cuidado del ranchito es por una problemática personal que todavía no
pudiste solucionar. Y que lamentablemente, no es que la lastimás (a la danza), porque si la danza supiera todas las cosas que ocurren en su nombre… (gesticula, y se sonríe), pero retrasás la comunicación a la sociedad. La sociedad debe ser comunicada de una manera artística y no solamente que sean los
medios de comunicación los que comunican cosas que la sociedad necesita saber”.
Sobre su experiencia en Ushuaia nos revela que: “Acá vine a conocerme, desde el desconocimiento. Desconocer cosas, desconocer este territorio que para mí nunca creí que iba a venir… nunca me emocioné. Tal vez, ver la torre Eiffel desde un avión te emociona, pero cuando vi Ushuaia era pura emoción. Le compartía a los chicos. Vine a conocerlos, a ellos los conocí por zoom, por unas clases virtuales y sus miedos y sus comentarios: No acá es diferente, los horarios de acá, esto termina tarde, las clases
tienen que ser muy de noche, todos nos desocupamos a tal hora… el arte existe después de las siete de la tarde”.
Impresionado por el potencial y las limitaciones que el grupo revelaba en sus comentarios, Oscar expresó: “Yo decía ¡wau! Vamos a vivenciar esto para ver desde afuera que se observa, porque Messi puede patear, errar y vos desde afuera sabés como es la verdad… y la verdad la vive él, pero si no estás tan cerca de la pelota y del arco capaz que podés ver otras cosas y me di cuenta que no son pocos, que son un montón, que hay artistas increíbles, con unas devoluciones a las cosas que yo les ofrecía y les proponía en clase. Me voy con mucho material para seguir trabajando en Buenos Aires”. Sobre el futuro del trabajo explicó que: “Me voy con mucho material que ojalá pueda terminar de solucionarlos allá para traerlos. Tal vez, trabajados con otros cuerpos allá, pero son problemas de ellos acá, los que trabajaré con otros cuerpos y después con los problemas de esos cuerpos,
los traeré acá para que los solucionen otros cuerpos”.
“Yo lo que les decía a ellos en mis clases es que, el lenguaje va a ser difícil, que no se hagan cargo, que no se frustren porque los problemas son míos, yo les traigo mis problemas y ustedes los analizan. Esa es la idea, porque lo que les comparto son problemáticas mías y que yo piense así sobre la danza, es problema mío. Ver la problemáticas ver si uno puede ser un poco más humano a la hora de ser artista,
porque a veces creemos que los artistas somos humanos… pero a veces el ego nos aleja de eso. Bueno creo que vine a descubrir más problemas míos para conocerme”.
Oscar busca una palabra para definir o señalar el estado del artista y la encuentra en
la palabra turba: “Siempre hay una turba. Creo que la inestabilidad de la turba es la del artista. Cuando le daba clases a gente de Ushuaia me daba la necesidad de querer acercarme a ver como era, conocía muchas provincias y me faltaba una, era esta. Hoy conozco todas las provincias de Argentina y necesitaba ver por qué se mueven así, por qué tienen esa
necesidad de abrirse, y ahora me doy cuenta… es un territorio cerrado, entonces están constantemente queriendo abrir los cuerpos en un territorio que crece y que los envuelve”.
Planteábamos, off de record en el diálogo, que el territorio marca, condiciona, moldea los cuerpos, y nosotros vivimos en una isla, a lo que Oscar agregó: “además
eso que ahora me lo volviste a mencionar como una isla, también se están yendo del territorio y es algo reloco, y en los cuerpos se nota eso, cuando vienen alumnos a Buenos Aires y te dicen que son de acá, se nota en los cuerpos, se nota el cordobés como se mueve, se nota el santafesino con las caderas… se nota en los cuerpos. Entonces cuando me
dan esas ganas de venir a Ushuaia, empecé a decir: tengo que ir para allá, ellos no lo dudaron y en noviembre compraron los pasajes y me metieron dentro de un proyecto que se llama Intra Motus”.
Sobre el proceso de la capacitación Oscar explicó que fue interesante y que sucedieron dos cosas: “a veces, los maestros o instituciones nos confundimos, pienso yo, y hablo con mucha liviandad. Dentro de la Danza tenemos dos ámbitos uno es el escénico y el otro es el educativo. Lamentablemente el educativo, a veces por las muestras, se mete en un territorio escénico que tal vez no educa para lo escénico, educa para que el cuerpo aprenda, para que baile y para que asocie y para que después se sumerja en un ámbito escénico. En esta situación, hay veces que las muestras o cómo se muestran los ejercicios, se muestran en un escenario, pero no es escénico el clima que se genera. La composición coreográfica es muy compleja: el diseño espacial, la madurez de la persona que está arriba del escenario… que tiene que haber sufrido bastante para poder estar arriba del escenario y poder contarle al público de manera cierta algo falso”.
Contextualizando los ámbitos: el educativo y el escénico, Oscar destacó: “me parece que los chicos pudieron lograr que hagamos estas dos partes, la parte educativa, donde dimos dos clases de improvisación, con una participación reinteresante y también otro encuentro, más que nada brindándoles yo las propuestas de mi búsqueda de movimiento y problemáticas, que fue muy bien recibido”.
Oscar reveló que fue mucho el trabajo durante la semana, realizaron un Jam: “que es una experiencia no escénica, sino educativa de comprensión de los cuerpos en una improvisación grupal” y expuso que: “durante todo eso estábamos componiendo lo escénico que era para cerrar el día domingo”.
Asimismo reveló que : “en todo esto trabajamos un cuarteto a nivel escénico con una construcción y una mirada para el espectador, no para mostrarle lo que trabajamos durante la semana, sino que trajimos bagajes de información, que también se fue construyendo acá”.
Sobre el cómo se dio el proceso creativo nos dijo: “caminé por sus tierras un montón. Los ruidos me dieron algunas escenas. Hicimos las estaciones de Vivaldi, las cuatro estaciones, pero vine sin primavera… para primavera no sabía que hacer, y menos en Ushuaia y cuando vengo acá digo: esto no es verano, y acá caminando, caminando, caminando me di cuenta lo qué tenía que suceder en primavera. Y salió muy interesante, estoy muy contento. Esa parte es de Martín así que cuando la puedan ver de vuelta o cada una de las escenas de las estaciones que acá, no sé, se viven dos estaciones nomás”.
Montaron, la obra de cierre, sobre un problema que Oscar vivió en la cuarentena: “un problema que duró un año, por eso las estaciones empiezan en otoño, no estoy respetando al maestro Vivaldi porque el comienza en primavera y yo comencé en otoño, porque la pandemia empezó en otoño”.
Sobre el devenir de este proyecto Oscar nos seguía hablando de la importancia del deseo como motor: “Me voy con muchas preguntas para poder seguir respondiéndomelas con cuerpos en Buenos Aires”, contó sobre su retorno a trabajar con este equipo: “creo que es necesario… para saber que cuando caminás tenés que dar dos pasos y dimos uno”. Y reveló más de lo soñado: “tengo muchas ganas de que sus cuerpos estén en BsAs. Así que buscaremos la manera de llevar el trabajo allá y estoy realmente satisfecho por el… no es nivel, no se puede hablar nivel, y si de la experiencia escénica que mostraron. Y tengo ganas de ir comprometido con ellos y allá hacer un quinteto y decir: che mira, traemos esto, público de Buenos Aires, y se armó en Ushuaia, se armó en Ushuaia completamente. La idea de esto es que en algún momento podamos hacer funciones allá, así que vamos a estar trabajando para eso”.
Decidido a continuar con el trabajo manifestó que: “tengo la necesidad de volver, si ellos no me pueden traer, vendré yo para dar un segundo paso, un tercero, un cuarto. Me parece que los artistas de Buenos Aires necesitamos más de Ushuaia, que Ushuaia de los artistas de la Argentina. Hay mucho acá para volvernos realmente Humanos y saber que la naturaleza te va guiando, te va diciendo donde construir”.
Como cierre Santiago Campos resaltó que a través de Intra Motus: “estamos buscando generar movimientos, generar espacios, generar encuentros, expandir y no encerrarse. Acá lo que sucede mucho es que se compite, y yo siempre digo que hay que dejar de competir y empezar a compartir. Porque a través del compartir suceden cosas”.
FUENTE: Santiago Campos/Martín Pareyra
PRODUCCIÓN: La Mirada.
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