Hace pocos meses, en enero de este año, el Ministerio de Cultura de la Nación le otorgó un reconocimiento por su trayectoria. El propio ministro Tristán Bauer viajó hasta la provincia de Río Negro para entregar en persona esta distinción por su valioso aporte a la cultura nacional.
Quieta por la pandemia, pero fiel a su espíritu inquieto, Calcumil sigue trabajando desde su hogar en la Patagonia. La nueva pieza teatral –recientemente estrenada– se llama Paso El Reparo, y cuenta con la participación de Silvina Mañueco, Lilen Quintin y Mariana Calcumil.
En esta nota, Luisa hace un repaso de su llegada al mundo de la cultura y el arte, del que forma parte desde hace más de cinco décadas y en el que siempre marcó la diferencia.
-¿Cómo se acerca a las artes escénicas?
-A los 17 años vi teatro al aire libre en una plaza y no me gustó. Años más tarde, una amiga me pidió que la acompañara a un taller de teatro. Yo no pensaba tomar las clases, pero el maestro en ese momento, Eugenio Flipelli, me instó a subir al escenario para hacer una improvisación. Así empecé a tomar clases de teatro y a participar de elencos. Cuando no había roles como actriz me ofrecía para hacer luces o sonido. Después fui convocada para protagonizar la película Gerónima, bordaje que interpeló de manera profunda mi identidad, que coincidió con el haber conocido a Aimé Painé. Continué con mi formación independiente en cuanto taller y clases de teatro tenía a mi alcance. Luego tomé varios cursos de dramaturgia, porque quería tener los conocimientos y herramientas necesarias para plantear nuestra visión de la historia y pertenencia.
-¿Después se suma el canto y otras expresiones artísticas?
-Sí, a instancia del músico, guitarrista y profesor Alberto Suárez, con quien aprendí a componer temas musicales con ritmos sureños y campesinos. Y con quien concretamos la obra de material grabado.
– ¿Qué significó Aimé Painé en su vida?
-De ella aprendí que «saber quién es uno es el principio de ser culto». Compartimos una noble hermandad, al punto que nos habíamos comprometido con mi esposo a traer un hijo al mundo para compartir con ella su amor y educación.
-Como referente del pueblo mapuche siempre fue una voz respetada y escuchada. ¿Logró, a través del arte, hacer llegar su mensaje?
-Sí, pero no fue sola ni de manera individual. De niña estaba atenta a todo, no llamaba la atención, pero todo me interesaba. Más de una vez mi madre me decía: «Ya estás con la boca abierta. Andá a jugar afuera».
-¿Qué es lo más grato que le dio la profesión?
-El trabajo compartido con mi familia. El encuentro con hermanos indígenas, con maestros, los viajes y lugares a los que me llevó el arte popular.
-¿Cómo fueron estos meses de pandemia? ¿Pudo generar trabajos o proyectos?
-Estos meses de pandemia, seguramente, fueron menos difíciles para mí que para muchísima gente. Tres colegas y compañeras actrices de la ciudad en que vivo, hace un tiempo, me convocaron para que las entrene, escriba una obra y me haga cargo de la dirección. Me siento afortunada y agradecida por eso. Ellas son Silvina Mañueco, Lilen Quintin y Mariana Calcumil. En estos días hemos compartido con el público el estreno de Paso El Reparo.
-¿Cuál es su mayor anhelo?
-Mi mayor anhelo es salud y trabajo para todos. Estoy más que agradecida por lo que los maestros, compañeros, oficio y el público me brindaron.
-¿Cómo recibió el reconocimiento del Ministerio de Cultura de la Nación?
-Lo recibí acompañada de familia, colegas, compañeros, muy feliz y agradecida por la visita del ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer. Esta idea del reconocimiento creo que se originó en la mente y corazón de compañeros teatristas de Pacheco de la Sala «Aparecidas», que cada sábado hacen una olla popular para la gente.
Fotos: Gonzalo Maldonado.
FUENET: Ministerio de Cultura de la Nación.
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