Las bandas de sikuris y el culto a la Virgen de Copacabana en la Quebrada de Humahuaca
Miles de peregrinos suben cada año a la cima de los cerros, a más de 4.000 metros de altura, para celebrar esta ceremonia religiosa católica y prehispánica fundamental en la construcción de la identidad y del patrimonio cultural de mujeres y hombres jujeños. Conocé más en esta nota elaborada por el Museo Terry de Tilcara.
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En los últimos años, se estima que participaron aproximadamente 50 mil personas en cada peregrinación. Esto equivale a cinco veces la población de todo el departamento de Tilcara. Esta Semana Santa, por segundo año consecutivo, el ascenso al cerro fue suspendido para prevenir la propagación de la pandemia de COVID-19. Sin embargo, las bandas de sikuris pudieron reunirse para cumplir con sus promesas, recibir la bendición de la Virgen y ofrendarle su música y devoción, respetando los protocolos sanitarios. Durante varias semanas, en distintos turnos, 90 bandas tocaron para la Virgen al aire libre, en el atrio de la Iglesia “Nuestra Señora del Rosario” y por las calles de Tilcara. Un detalle importante es que, con esta organización, cada banda tuvo oportunidad de llevar en andas a la virgen, algo que sucede por primera vez en la historia.

René Machaca, tilcareño, kolla, sikuri y antropólogo especialista en el tema, explica en su libro Los Sikuris y la Virgen de Copacabana del Abra de Punta Corral que la Virgen de Copacabana es la única advocación de la Virgen María que, en el mundo andino, toma el nombre de un antiguo ídolo prehispánico. Esta Virgen, tan adorada y venerada, es actualmente la patrona de Bolivia y tiene su origen en 1583 en la ciudad de Copacabana, a orillas del Titicaca, el lago más alto del mundo. En Argentina, las peregrinaciones para encontrarse con la Virgen de Copacaban en el Abra de Punta Corral, Punta Corral y Sixilera -todas en la Quebrada de Humahuaca- convocan a miles de fieles a estos santuarios emplazados en las altas cumbres, solo comparables con las procesiones al Señor de Qoylluriti en Perú y al Señor de Quillacas en Bolivia.

Adentrarse en el fenómeno de las bandas de sikuris y el culto a la Virgen de Copacabana, “la mamita del cerro”, como cariñosamente la nombra el pueblo, nos ayuda a conocer una compleja expresión religiosa en la que se encuentran el catolicismo y la cultura prehispánica, una práctica comunitaria que es parte fundamental en la construcción de la identidad y del patrimonio cultural de hombres y mujeres de la Quebrada de Humahuaca.

Ser sikuri y la identidad andina – quebradeña

“Siku” significa “flauta de pan” en quechua y aymara y sikuri es “quien toca el siku”. Es un instrumento que está presente en la mayoría de los hogares quebradeños. El aprendizaje de su ejecución no se da de manera académica, sino lúdica y práctica en un proceso de sociabilización y producción de conocimiento, familiar y comunitario. De esta forma, el siku no solo es un instrumento musical que propicia el contacto temprano con la música, sino que además promueve un encuentro significativo con otros y otras desde la infancia y es una forma de comunicación con el mundo y la religiosidad, que se transmite de generación en generación.

Carina Sumbaino es docente de nivel inicial en Tilcara y actualmente es la presidenta de la banda de sikuris María Rosa Mística, la segunda banda de mujeres en formarse en Tilcara, que este año cumple su 20° aniversario. La historia de Carina da cuenta de esta antigua herencia:

“Somos músicas desde la cuna, al siku lo traemos desde el vientre. Para nosotras no es necesario aprender música para tocar el siku, aquí en todas las casas siempre alguien de la familia toca en alguna banda. Hay familias que tienen a todos sus hijos e hijas en las bandas, incluso hay bandas compuestas por los integrantes de una familia completa. Aquí nosotras traemos a nuestras hijas, que comienzan tocando los platillos, la varita y se van haciendo camino”.

En la banda de sikuris hay niñas que tienen 10 años, hay mujeres jóvenes, adultas y adultas mayores como “la abuela Rosa” de 82 años. Todas ellas comparten la música y la devoción a la Virgen en un mismo espacio. Para los quebradeños y las quebradeñas, las formas de ser, actuar y ver el mundo, están íntimamente ligados con ser sikuri.

“El siku es un instrumento muy particular que invita a ejecutarlo en forma comunitaria. Hay una clave básica que tiene que ver con la forma de ejecución del siku que se hace en diálogo (…) ya que la distribución de la escala musical está subdividida en 2 partes, en dos instrumentos, eso hace que para ejecutar cualquier pieza musical sean necesarios al menos dos sikuris. Cada ejecutante tiene que intercalar rápida y oportunamente la nota de su instrumento que falta en el otro para construir la melodía”, explica Machaca.

La cultura sikuri en el culto a la Virgen de Copacabana es para los quebradeños mucho más que un fenómeno musical, una expresión artística o una manifestación de fe: es una forma dinámica y particular de combinar estas dimensiones. En palabras de René podemos afirmar que estamos en presencia de un catolicismo andino.

«Una adaptación con resistencia o una resistencia con adaptación donde no se pierden las antiguas prácticas que tienen que ver con el cerro, las apachetas, con la ejecución del sikus, con esos antiguos rituales. Este catolicismo tiene características únicas en Argentina. Peregrinar hacia el cerro es una costumbre que ya se hacía desde los Incas, eso se fue mixturando con la devoción a la imagen de la Virgen y con el catolicismo occidental. Es la institución Iglesia, la que debe adherir a las costumbres del pueblo, a lo que venimos viviendo hace 500 años”, señala René.

Las bandas de sikuris: patrimonio cultural y fenómeno en crecimiento

La importancia social de las bandas de sikuris y la práctica que llevan a cabo, puede verse con mayor claridad en este tiempo de pandemia, en el que la tradición de devoción musical a la Virgen aparece con una fuerza enorme, «porque de alguna manera, la música de los sikuris es como un organizador de la vida social en el año. Se necesita renovar cada año este ritual y por ello se busca la manera de hacerlo aun en este contexto. Y es también una forma de fortalecer ese patrimonio intangible que es la música del sikuri”, cuenta Machaca.

Ofrendar su música a la Virgen y peregrinar en Semana Santa es el evento más importante y la razón de ser para las bandas de sikuris. Durante todo el año se preparan para este momento. Las bandas generalmente tienen una comisión directiva donde cada autoridad cumple diferentes funciones para la organización de cada festividad. Musicalmente, los roles y las funciones también están distribuidas entre integrantes de cada banda. La más antigua es la banda Los Veteranos, de Tilcara, fundada hace 91 años por don Julio Torrejón, oriundo de Uyuni, Bolivia.

En el año, muchas de ellas son convocadas para distintas festividades religiosas de otras virgenes y santos en distintas localidades, así como para participar de eventos culturales que les permiten reunir recursos que utilizan para adquirir nuevos instrumentos y vestimenta, entre otros gastos que tienen las bandas.

Cada año la cantidad de bandas va creciendo y se suman de diferentes puntos de la provincia. Machaca cuenta que este fenómeno de masividad y pervivencia tiene relación con una capacidad de las bandas para aggiornarse musicalmente con el carácter dinámico de la ejecución del siku y con los movimientos migratorios, que provocan que la práctica se difunda en otras localidades y a su vez que reciban nuevas influencias, especialmente desde otros países andinos.

El repertorio de las sikuriadas

Explica Machaca que el sikuri quebradeño es distinto al de otras zonas andinas ya que se fue gestando en la devoción a la Virgen de Copacabana, en el acto de peregrinar, y por esta razón incorpora distintas piezas musicales entre las que prima “la marcha”, un género derivado de las marchas militares, que se puede ejecutar caminando.

“El repertorio musical incorpora piezas musicales de larga tradición de estos 90 años de vida; algunas de ellas en sus formas más primigenias pudieron quedar en el olvido, mientras que otras pueden perdurar, y luego se va actualizando de acuerdo a los momentos. Hubo una época en la que se puso muy de moda interpretar la música romántica de Leo Dan o de Palito Ortega, por ejemplo. Hay algunas piezas musicales que incorporan partes de esas canciones muy populares. Escuchando con mucha atención se las puede reconocer. Hoy en día, las bandas de sikuris pueden interpretar también música de rock latino, cumbia andina, chicha, jujeña o del sur de Perú”.

Cada ritmo musical –marcha, diana, bolero, huayno, morenada, adoración o llegada, saya y tinku– se interpreta según el momento de la ceremonia. Los más alegres en los descansos, los más lentos en presencia de la Virgen, la marcha para la peregrinación, etc. Machaca aclara que, lejos de ser melodías rústicas o improvisadas, se trata de complejas y variadas melodías, muchas de ellas inéditas y de creación propia que se inspiran en variadas fuentes y ritmos andinos.

Mujeres sikuris

Carina Sumbaino nació en Rinconada, un pueblo ubicado en la Puna jujeña. Su familia se instaló en el departamento Tilcara cuando ella era pequeña. A pesar de haberse criado entre los sonidos de los sikus, fue recién de adulta que se animó a ser parte de una banda de sikuris. Fue la banda de mujeres María Rosa Mística la que abrazó, hace siete años, su deseo de ser sikuri. En la actualidad es la presidenta de esta conformación que en el 2021 cumple 20 años de vida.

Antes de 1997 no existían las bandas formadas exclusivamente por mujeres y eran relativamente pocas las mujeres que participaban en las bandas, cuyas bases estaban conformadas en su mayoría por hombres. Dice Carina:

“A mi compañero no le gustaban los sikuris, por eso yo no tocaba, pero es como que las mujeres hemos tomado poder con el siku y ahora sabemos que también podemos mostrar nuestra cultura como mujeres. Las precursoras han tomado la iniciativa a pesar de los problemas de la casa, las diferencias con la familia, a pesar de tener los hijos y el trabajo. Nos dimos cuenta que podemos salir, organizarnos y defender nuestra cultura y nuestra música”.

Encontrarse en los ensayos, ejecutar los instrumentos, aprender juntas en esa heterogeneidad de experiencias y trayectorias es, especialmente para las mujeres, una importante manera de participar de la vida social del pueblo. Como todo espacio de visibilidad pública, genera en las relaciones interpersonales algunas resistencias. “Las chicas que tienen parejas que tocan en otras bandas de sikus comentan que hay un poco de competencia o control y que ellas les responden ‘yo también voy a tocar’. A mi también me pasó, recién cuando me separé pude salir a tocar y traje a mis hijas conmigo”, concluye Carina.

La banda María Rosa Mística tiene su origen en el año 2001 y fue un desprendimiento de la primera banda de mujeres, Nuestra señora de Fátima. Las mujeres de María Rosa Mística son reconocidas por sus ponchos violetas, sus sombreros blancos y sus instrumentos y vestimentas fucsias, además de las virtudes musicales de estas mujeres músicas andinas.

En la actualidad existen 10 bandas de sikuris mujeres que peregrinan al encuentro con la Virgen, cuatro de ellas son tilcareñas.

“Desde nuestros inicios nos une la fortaleza para poder ejecutar los sikus, que antes solo lo hacían nuestros compañeros varones. Hoy integramos nuestra banda de sikuris mujeres de todas las edades, desde los 82 años de la abuela Rosa que toca los platillos hasta la más pequeña, Karen de 6 añitos de edad. Están las adolescentes que son las semillas de sikuris que contagian nuestra música en las nuevas generaciones”, expresó la sikuri Gloria Machaca en su discurso, en el atrio de la iglesia. Entre los pedidos a la Virgen, Gloria hizo especial hincapié en las mujeres que sufren violencia de género: “Ayúdanos mamita de los cerros a construir una sociedad distinta”, sentenció.

Texto y fotos: Erica Daniela Cari, Museo Nacional Terry, Tilcara

 

FUENTE: Ministerio de Cultura de la Nación.


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