Finaliza un año catastrófico para toda la humanidad, Tierra del Fuego no es la excepción. Un año que deja pendiente un trabajo que, lamentablemente no es fruto de la pandemia: la vulnerabilidad del sector cultural, la informalidad de los trabajadores, la precariedad en toda infraestructura que relaciona y comunica la producción cultural, la falta de espacios y de circulación de obras.
Estas falencias del campo cultural es algo que arrastramos de nuestra propia producción de sentidos.
Cuando hablamos de lo cultural podemos señalar que comunitariamente no se valora, ni se respetan los procesos creativos. Vivimos en una comunidad que no demanda la producción cultural, demanda otras cosas. A la mayoría de los fueguinos el prestigio pasa muy lejos de lo artístico/cultural. Nuestra sociedad no valora a los trabajadores de la cultura como dignos de una paga por su producción. Y estamos, por el momento a años luz de reconocer que la producción cultural es un derecho humano, por lo tanto, es deber de los estados protegerla, promoverla y propiciar su desarrollo.
Finaliza un año donde el panorama desolador de la cultura quedó expuesto y muchos trabajadores desamparados, aunque tercamente los sectores del poder lo nieguen, y aunque sigan dándole la espalda la emergencia cultural existe. La emergencia es tan palpable como la peste que nos asola.
Comienza un nuevo año y sólo hay un remedio para tanto dolor y está en manos de los artistas. Eso ya quedó demostrado: el arte es sanador, la producción artística brinda un espacio de reflexión, estudio y entretenimiento. Lo cultural es un aire fresco que renueva continuamente lo viciado de la sociedad.
Comienza un nuevo año, y hay que agradecer que los artistas seguirán produciendo su arte, los trabajadores de la cultura, en todos los ámbitos, seguirán poniendo el cuerpo y su fuerza de trabajo. Sólo quedaría agradecer que quienes tienen en sus manos el poder de generar recursos puedan despertar de ese sueño ilusorio en el que se encuentran. Y agradecer que puedan propiciar verdaderas políticas para la producción cultural. Hay que pensar la cultura como un engranaje más de la economía de una sociedad, para lo que se necesitan fondos y con esos recursos producir becas, subsidios, festivales, concursos y contrataciones de servicios. Esta emergencia cultural no es fruto de la pandemia, es fruto del desinterés social en construir un mercado cultural. Comienza un nuevo año, soñemos y trabajemos para que el sector cultural se establezca y afiance en Tierra del Fuego.
PRODUCCIÓN: La Mirada.
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