El Museo Nacional Estancia Jesuítica retoma la figura de Catalina Solares, mujer afrodescendiente, esclavizada y liberta de la Estancia, para abordar un tema tan complejo de la historia humana.
Ayuda a Catalina, El Secreto de Catalina, Catalina escucha, Catalina y un día en colores son los cuatro títulos pertenecientes a la colección de libros digitales que el Museo Estancia Jesuítica de Alta Gracia elaboró, de manera íntegra, junto a sus trabajadores, y que están disponibles a través de compartir.cultura.gob.ar.
Alejandra Zega y Luciana Burin forman parte del área educativa del museo, y estuvieron a cargo de la redacción e ilustración de los libros de la colección Imagina y Juega con Catalina, que retoma la figura de Catalina Solares, mujer afrodescendiente, esclavizada y liberta de la Estancia, para abordar un tema tan complejo de la historia humana como lo es la esclavitud.
“Desde el 2007 que venimos trabajando con la temática de los afrodescendientes. Para nosotros es un compromiso importante hablar de la esclavitud y de los derechos humanos. Catalina no es un personaje de ficción, existió, y fue la última esclava liberta que vivió en esta misma Estancia en donde estamos ahora. Es un personaje muy querido para todas y todos los integrantes del museo y ha estado presente en muchísimas proyectos y acciones”, cuenta Alejandra.
La colección fue posible gracias al aporte de todos las áreas del museo, en especial, el área educativa integrada también por: Laura Romero, Mariano Giosa y Liliana Ramos .
La Estancia de Alta Gracia fue construida en el siglo XVII por los jesuitas que vivieron allí durante 100 años. Por ese entonces, Córdoba era la sede religiosa-administrativa de la Provincia Jesuítica del Paraguay, integrada por los actuales territorios de Paraguay, Uruguay, Argentina y parte de Brasil y Bolivia. Durante el periodo colonial, y parte del periodo independentista, los diferentes sistemas productivos se valieron de la explotación de la mano de obra indígena y esclavizada.
Tras la expulsión de los jesuitas, la Estancia quedó vacía y varias familias patricias comenzaron a vivir allí. Uno de sus últimos propietarios fueron don José Manuel Solares y doña Concepción Llanes, que fueron dueños de la Estancia de Alta Gracia entre 1820 y 1868, y los amos de Catalina Solares, quien lleva ese apellido heredado de sus patrones.
“En la Estancia vivieron decenas de esclavas y esclavos de los que, gracias al trabajo del equipo de investigación del museo -coordinado por Carlos Crouzeilles- pudimos recuperar sus nombres y datos de la herencia que Solares le dejó a cada uno de ellos tras su muerte. Pudimos conocer curiosidades como que la esclava preferida de don Solares era una mujer que se llamaba Pancha, ¡no era Catalina! Sin embargo, desde el museo tenemos un amor en particular por Catalina porque ella fue la última esclava en Alta Gracia y, en cierta medida, representa ese paso de la esclavitud a al libertad”, comenta Luciana Burin.
El Museo Nacional Estancia Jesuítica de Alta Gracia y Casa del Virrey Liniers y la Estancia de Jesús María – Museo Jesuítico Nacional, junto con el resto de los lugares que integran el patrimonio jesuítico de la provincia de Córdoba, fueron reconocidas en 2010 como Patrimonio Mundial por UNESCO, y en 2014, como Sitio de la Memoria asociado a la Ruta del Esclavo. Este reconocimiento es importante porque motiva a rescatar el aporte cultural africano e investigar la raíz afrodescendiente de nuestra sociedad.
¿Quién fue Catalina Solares?
Catalina Solares nació hacia el año 1800 como esclava. Los antepasados de Catalina, como tantos otros millones de africanos y africanas, habían sido capturados y traídos en barcos para ser vendidos en América. Catalina trabajó durante toda su vida para sus amos, don José Manuel Solares y doña Concepción Llanes, que fueron dueños de la Estancia de Alta Gracia entre 1820 y 1868.
Hacia 1840, José Manuel Solares le otorgó su “libertad”. Catalina así pasó a ser liberta, pero continuó realizando actividades domésticas en la Estancia de Alta Gracia. Si bien en 1813 se promulgó la «libertad» de los hijos de las esclavas nacidos a partir del 31 de enero 1813, la abolición legal de la esclavitud se daría tiempo después, con la sanción de la Constitución de 1853.
Catalina fue una de las últimas esclavas en recibir la libertad en la Estancia de Alta Gracia.
-Los cuentos de la colección nos acercan a las memorias, los secretos y las emociones de Catalina, ¿cómo se ponen en juego esas sensaciones en un contexto de esclavitud?
-Alejandra Zaga: en clave lúdica y poética nos acercamos a tratar la esclavitud. Sabemos a través de documentos que Catalina era la cocinera de la Estancia, esa era su labor central, por lo que nos interesó trabajar esos secretos que se van pasando de generación en generación, como poner la cebolla en agua para no llorar o sacar las manchas de la ropa con limón. En medio de eso, hay algunos secretos especiales que trae Catalina desde otros tiempos… pero no lo vamos a develar así leen los cuentos.
En Catalina escucha, por ejemplo, hablamos de los sonidos cotidianos. Entre esos sonidos hay uno en particular que a Catalina le llama la atención y la conecta con su historia, con su pasado, con sus ancestros.
Cada cuento tiene una serie de actividades pata realizar en familia y para que lo trabajen los maestros y maestras. Tiene contenido lúdico pero en todos hay un espacio para la reflexión y para pensar entre todes. Nos hicimos muchísimas preguntas sobre el tratamiento que le íbamos a dar a cada relato para que se entendiera y se pudiera compartir, ya que son temas complicados para abordar: la xenofobia, el racismo, la estigmatizaron. La esclavitud esta ligada a estos temas. La experiencia de trabajarlos en las visitas guiadas, esuchar las preguntas de los niños acerca del tema, los interrogantes de los adultos, las inquietudes o dudas de las maestras, aportó muchísimo a la hora de crear la colección.
-¿Qué interrogantes y qué certezas sirvieron a la hora de ilustrar los mundos de Catalina?
-Luciana Burín: ser parte del museo, conocer a fondo la historia de la Estancia y su contexto, participar en las visitas guiadas, caminar tantas veces esas salas y esas galerías, fue muy importante para crear los mundos de Catalina a través de la ilustración. Ir mostrando, a lo largo de los libros, las distintas partes del edificio, los distintos escenarios e imaginar ese lugar como si fuera una casa, la casa de Catalina. Imaginar los patios, las galerías, las personas circulando, y mostrar un contexto de cómo era esa vida cotidiana a través de elementos y detalles: los animales, la vajilla, los trajes de militares, la ropa del servicio doméstico.
Y también le pusimos un poco de un poco de imaginación para brindar nuevas posibilidades a esos espacios. Por ejemplo, sabemos que Manuel Solares era inspector de escuelas y que no tuvo hijos, pero nos dimos la posibilidad de imaginar a los niños de esas escuelas corriendo por los patios de la Estancia.
-Cada cuento cierra con la frase de Celina Hafford que dice: “La misión de los museos es ampliar el tamaño del mundo”, ¿a través de qué acciones es posible?
-Alejandra y Luciana: la cita es de una colega de Córdoba que queremos mucho y que nos interpela desde varios puntos de vista. Los museos nos invitan a vivir nuevas experiencias, a abrir la mirada a explorar y descubrir otras posibilidades. Nos ayudan a descotidianizar los cotidiano, aquello que hacemos todos los días y que lo tenemos naturalizado. Nos permiten acercarnos a otros contextos; imaginar cómo era el mundo hace 100 o 200 años, cómo era la vida, qué se usaban, qué pensaban los que vivían en esa época, y eso nos ayuda a ampliar el tamaño del mundo, nos hace repensar cómo vivimos hoy, nos permite contrastar y pensar hacia dónde vamos. Además, visitar un museo siempre es un viaje, una experiencia, una excursión que uno hace para divertirse, conocer y descubrir.
Los libros de la colección Imagina y Juega con Catalina se pueden descargar a través de la página web del Museo Nacional Estancia Jesuítica de Alta Gracia o desde aquí.
Ayuda a Catalina
¡Catalina quiere que la ayudes! Y por eso te espera con muchas rimas, historias, adivinanzas y dibujos para colorear.
El Secreto de Catalina
Los secretos de Catalina viven entre fuegos y manteles, entre el aroma a frutas y el pan recién horneado. Pero hay uno en especial… se lo trajo el viento.
Catalina escucha
Catalina escucha un sonido familiar, un sonido que la une con su historia.
Catalina y un día en colores
Los colores llenan el día y Catalina nos invita a conocerlos.
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