Se lo considera el padre del psicoanálisis por su libro «La interpretación de los sueños». Vivió entre 1856 y 1939, fue médico, investigador y fumador compulsivo de cigarros hasta el final de sus días. Murió en Londres, lejos de Viena, la ciudad que lo educó y le dio fama mundial.

Sus padres, Jacob y Amalia Freud, lo bautizaron como Sigismundo Schlomo, el 6 de mayo de 1856, cuando nació en la ciudad de Freiberg (actual República Checa). Sin embargo, el mundo lo conoció como Sigmund Freud, versión de su nombre que comenzó utilizar desde a los 19 años, por elección propia. Fue el mayor de seis hermanos (cinco mujeres y un varón), sin contar los dos hermanastros que aportó su padre de sus matrimonios anteriores. Recién en 1860, en busca de prosperidad econónica, los Freud se trasladaron a Viena para seguir adelante con el negocio de la lana, teniendo más inconvenientes que éxito.

Pero a pesar de las dificultades y los muchos momentos en que Jacob estuvo sin trabajo, Sigmund ingresó en la Universidad de Viena a los 17 años, como estudiante de medicina. Fue un estudiante brillante, virtud perfeccionó como ayudante del profesor E. Brücke en el Instituto de Fisiología de Viena, hasta 1882, lugar donde conocería a quien sería su mentor: Joseph Breuer.

El mentor. Josef Breuer fue un médico, fisiólogo y psicólogo austriaco que descubrió la función del oído en la regulación del equilibrio y del mecanismo de la regulación térmica del cuerpo por medio de la respiración. También fue el creador del método catártico (para el tratamiento de las psicopatologías de la histeria), que a su vez fue el precursor del método psicoanalítico de Sigmund Freud.

Noches de cocaína

Sigmund se recibió de médico en 1881, y comenzó a trabajar en el Hospital General de Viena hasta 1885, bajo las órdenes de Theodor Meynert. Por esos años comenzó a investigar el uso terapéutico de la cocaína, como estimulante y analgésico, y paralelamente publicó artículos con los resultados y las propiedades de la droga. Fue un pionero. En 1884 publicó Über Coca (Sobre la coca), y gracias a las publicaciones distintos médicos comenzaron a utilizar a la cocaína en cirugía e intervenciones oftalmológicas.

Pero no todos los procedimientos fueron exitosos. Según se supo a través de la correspondencia con su mujer, Martha Bernays (se casaron el 14 de septiembre de 1886 en Hamburgo, y tuvieron seis hijos), Freud intentó curar con cocaína a su amigo Ernst von Fleischl-Marxow, por su adicción a la morfina. Sin embargo, el procedimento le sumó una nueva dependencia fatal.

En lo personal, el padre del psicoanálisis también tuvo sus años de adicción a la coca. Según confesaba por carta, siempre a su prometida, ante cada fiesta importante consumía unos gramos “para liberar la lengua”. La dependencia le duró 12 años, y lo que comenzó como una experiencia al parecer inocua, lo terminó perturbando profundamente con el pasar de los días.

Su dependencia duró doce años, y el profesor de la University of Michigan, Howard Markel, resumió esta etapa en el libro “Anatomía de la adicción”. Según relata, Freud fue aumentando su consumo paulatinamente, pensando en la cocaína como una sustancia mágica e inofensiva.

Recién dejó de tomarla en 1896, a los 40 años, tras experimentar taquicardias y un desempeño intelectual que mermaba considerablemente, además de tener la nariz roja y húmeda. Dejó de tomar con sumo esfuerzo: se levantaba al alba, atendía a sus pacientes, y llegada la tarde leía y escribía hasta pasada la medianoche.


(Sigmund y Anna, su hija menor).

Los trastornos nerviosos y el psicoanálisis

Tras casarse con Martha, en 1886, Freud se dedicó a los trastornos nerviosos en una clínica privada abierta por él, utilizando la práctica de la hipnosis y el método catártico que su mentor Josef Breuer ya había aplicado. Luego llegó la asociación libre, técnica que desarrolló desde 1895 hasta el principio del nuevo siglo. Según descubrió Freud, sus pacientes podían aliviar sus síntomas verbalizando sin censura cualquier ocurrencia.

Por aquellos años, en noviembre de 1899, se imprimió en Viena su libro más importante e influyente: La interpretación de los sueños. La obra escrita en alemán inauguró una nueva disciplina, el psicoanálisis, y desde entonces la mente humana cambió de perspectiva.


(La casa de Freud en Viena, hoy convertido en Museo).

La interpretación de lo sueños

La obra de 375 páginas introduce el concepto de Yo, y describe la teoría de Freud del inconsciente en lo que concierne a la interpretación de los sueños. Los sueños, desde este punto de vista, constituyen formas de «cumplimiento de deseo». Sin embargo, debido a que la información en el inconsciente se encuentra en una indomable y a menudo perturbadora forma, un «censor» en el preconsciente no permitirá que pase inalterada a la consciencia. Durante los sueños, el preconsciente es más laxo en este deber que en horas de vigilia, pero todavía está atento: como tal, el inconsciente debe falsear y deformar el sentido de su información para que pueda pasar a través de la censura.

En 1902, luego de que su obra fuese leída por todo tipo de profesionales, llegó el primer reconocimiento oficial como creador del psicoanálisis, tras ser nombrado por el Imperio Austro-húngaro como Profesor extraordinario. Al respecto, sin perder nunca la ironía, Sigmund escribió: “como si de pronto el papel de la sexualidad fuera reconocido oficialmente por su Majestad”.

Más tarde, en 1909, la Universidad de Clark, en Worcester, Massachusetts, le concedió el título honorífico doctor honoris causa. Fue su primer reconocimiento internacional.

Salud y exilio

Además de su adicción a la cocaína, Freud era un asiduo fumador de cigarros, hecho que le provocó un cáncer de paladar diagnosticado en 1923. Lo operaron 33 veces, terminó sordo del oído derecho y tuvo que usar una prótesis que le dificultaba el habla. Aún así, nunca dejó ni de fumar ni de escribir ni de estudiar.


(Junto a Marie Bonaparte).

Recién en 1938 tuvo que salir de Viena, luego de que Austria se anexara a la Alemania nazi y por su su condición de judío sea considerado enemigo del régimen del Tercer Reich. No era conceptual. Sus libros fueron quemados públicamente y tanto él como su familia sufireron un intenso acoso de las autoridades alemanas. Tras la detención de su hijo Martín, y un interrogatorio a su hija menor, Anna, Freud y su familia pudieron viajar a Londres con la ayuda e intervención de Marie Bonaparte, paciente de Freud, sobrina nieta de Napoleón I y Princesa de Grecia y Dinamarca.

Muerte digna

Vivió en Londres hasta el final de sus días. Muy deteriorado por la propagación del cáncer de paladar, le pidió a su médico, Max Schur, que lo sedara para ahorrarle sufrimiento. Y así fue. Le suministraró tres inyecciones de morfina y dejó el mundo el 23 de septiembre de 1939, a los 83 años. Fue incinerado en el primer crematorio inaugurado en la capital inglesa: Golders Green. A pesar de ser laico, está ubicado frente al Cementerio Judío del mismo barrio.


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