“Una obra nunca se acaba, sino que llega al límite de las propias posibilidades”        Antonio Lopez

Marcelo Morais, es un Artista Plástico que vive en la ciudad de Ushuaia, nació en Uruguay y vivió por un tiempo en  Buenos Aires, tiene un profundo sentimiento de pertenecer a Ushuaia: “Me considero de acá porque fue el primer lugar en donde realmente sentí que me arraigué…Sentí lo mismo cuando vine acá que cuando nació mi hija. Sentí esa cosa de que esto es tuyo, esa sensación de pertenencia, verte proyectado”.

No hace mucho que vive en la ciudad, casi cuatro años, cuando sale de vacaciones le pasa algo muy extraño: “me quiero volver y uno de vacaciones no quiere volver nunca. A mi me pasa eso acá”.

Marcelo vivía en Buenos Aires y nos cuenta que: “de ahí salí escapando, de hecho nos íbamos a ir pero sin saber a donde, y vinimos acá con la muestra “Humanos” y me pareció una idea muy buena”. En febrero del 2015 Morais vino a dar unos talleres, y a los 15 días estaba de vuelta: “Fue así de fugaz” comenta riendo.

Los  orígenes profesionales de Marcelo empezaron en el campo de lo editorial, trabajó como ilustrador para Santillana, para el Grupo Macmillan, para todas las editoriales grandes de Argentina. Asimismo trabajó para editoriales de Francia, de Chile, de Estados Unidos, editó  algunos libros para el Diario “El País” de España, y después paralelamente animación en 2D y 3D en Buenos Aires.

En el campo de la animación hizo preproducción para películas en Estados Unidos y aquí trabajó en la película Isidoro, Martín Fierro la que se hizo de Fontanarrosa. “fue un camino de casi 10 años interesante, pero el propósito mío siempre fue llegar a la pintura” nos explica, y agrega que:“a la pintura como pintor de caballete…me gusta lo que es el realismo, y siempre me enfoqué en esa rama”.

Cuando recién se inició descubre a uno de los pintores que le ayudó a enfocarse: “Antonio López fue el detonador por lo cual yo en aquel tiempo, un pibe de 20 años, decido a decir voy por acá. La propuesta de él me parecía fabulosa, no había visto un pintor que me llegara de esa manera, hay muchos…mejores, peores lo que vos quieras, pero cuando alguien te toca el alma…para mi Antonio López fue eso y después de 20 años más o menos, fui a estudiar a España con él”.

El primer año que fue a estudiar a España lo hizo con “Golucho” ( Miguel Ángel Mayo), y en el 2013 estudia con Antonio López: “después de ahí inicio lo que es el camino de  pintar, de descubrir lo que uno quiere pintar, el tema, la resolución, lo que vos quieras hacer. Para mi eso es la parte fundamental”.

Le preguntamos si hay un pintor en la ciudad que lo movilice: “Acá… Eduardo Nicolai. Ese tipo inspiró a todo el mundo acá si vamos al caso. Es un groso”. Nos cuenta que lo conoció a través de una amiga en común, Alejandra, “yo no tenía lugar en donde enseñar ni nada y lo primero que hizo fue decirme venite acá. Y a partir de ahí, no sé… nos llevamos bien, tratamos de hacer actividades juntos, encaramos cosas nuevas, él da talleres de acuarelas, yo doy talleres de óleo”.

Marcelo dice honestamente que Eduardo Nicolai terminó siendo un padre para él, y cuenta que: “con él empiezo a pintar pintura paisaje que yo no pintaba. Yo era más figurativo, de figura humana, algo más apocalíptico en aquel momento, de retratos, y acá es en donde realmente me dedico a pintar paisajes porque me impactó mucho el paisaje”.

“No había visto nunca un paisaje en donde se mezclaran todos los condimentos que tenés acá, el tipo de luz, el tipo de clima. Tan marcadas las estaciones como se marcan acá”explica lo que lo entusiasma y agrega: “recuerdo que la primera pintura que pinté con él acá, fue en el lago Fagnano. Me dice…vení vamos a Tolhuin a pintar  y ahí fue que salí y pinté un paisaje del natural con él, ahí. Para mí la pintura es eso…pintar es la excusa para estar ahí. Se convirtió en una excusa… una excusa para estar en contacto con la naturaleza, para estar en contacto con la gente… Eso para mí es fundamental, calculo que eso es lo que le da cierta frescura a la pintura, ese disfrute, esa visión de uno sin un intermediario. Sos vos, tu caballete, lo que te diga el lugar y lo que salga”.

Le preguntamos de qué manera se vincula con lo social y político, y sostiene que no hay que tener home banking, que : “No hay que delegar ciertas cosas. La tecnología es buena pero hasta ahí…yo prefiero ir al banco porque yo lo veo a Miguel y charlo con él, le pregunto por su familia, me pregunta por la mía. Yo voy a pagar la luz y veo la cara de hostigamiento que tiene la gente esperando que las dos chicas de las cajas de la luz, las atiendan con esas caras divinas que tienen. Después vas a pagar el agua, te pasa lo mismo con una más simpática. Voy a rentas. Ese contacto no hay que perderlo”.

Marcelo siente ese contacto como esencial: “porque es lo que tengo para contar, es en la pintura cuando vos la terminás reflejando. Todas esas experiencias…venir al bar y que Anabella te diga ¿café con medias lunas? Eso está buenísimo”.

Al explicarnos por donde pasa la pintura según sus criterios nos aclara que: “es muy fácil, sin juzgarlo digo esto, porque a veces se entiende mal, para mí es muy fácil sacar una foto y llevarla a mi taller y pintarla y es una imagen y está bien, pero para mí, en lo personal, como artista, no me aporta, no porque ya está todo resuelto, sino porque no existe este contacto. Para mí lo importante es este momento, lo que te diga el paisaje, que se te vuele la pintura porque de pronto vino el viento y te hechó. Eso es  el contacto con las cosas, no me gusta perderlo”

Marcelo, entusiasmado, va profundizando los conceptos que lo sostienen en su práctica artística, conceptos ligados a los logros colectivos: “porque es el individualismo supongo yo, que nos vuelve muy idiotas, que terminás con el dedo en el ombligo y te perdiste lo más lindo de la vida, que era todo esto, el compartír con la gente, al verlos, al estar. Supongo que la pintura para mí es eso. La pintura no es algo mío, no es algo que yo solo aprendí. No al contrario, yo creo que toda la gente en algún punto, somos gracias a un montón de gente”.

Además sentencia una definida separación a ciertos conceptos individualistas del mercado: “Esas cosas de que yo llegué, yo me esforcé, y esto lo hice yo, yo, yo, yo. No, hay un montón de gente que se involucró en tu vida, en cierto momento, para bien y para mal, que hace que vos hoy seas esto”.

Marcelo se manifiesta agradecido: “En mi caso de pintor, yo agradezco, agradezco siempre a Dios esta profesión, le agradezco a mi esposa que es la que me incentivó a estudiar nuevamente, cuando yo llegué a un momento de mi vida, donde la pasé muy mal y estaba muy deprimido y no quería saber más nada con lo que es el arte y todas esas cosas, de hecho no quería pintar más y ella me renovó el aire.  Empecé a estudiar con José Marchi en Buenos Aires. Previo había estudiado con Roberto Gatti, y entonces se lo debo a todos ellos también. Se hizo mucho sacrificio para ir a estudiar afuera, en el 2012, en el 2013 y no es un logro personal, es un logro colectivo ¿No sé si todos nos damos cuenta de eso?”

Al hablar de la producción pictórica nos explica que: “La pintura en Latinoamérica está como en un grado muy abajo excepto Méjico”, y según Morais la  razón es : “porque nadie quiere mostrarse tal cual es”.

“Méjico está a la cabeza del arte por una cuestión simple, ellos exageran su cultura. Es su identidad. Vos ves arte mejicano y no lo asocias a nada. Y eso le falta al resto de Latinoamérica, sobre todo a la Argentina”.

Nos subraya que: “para mi gusto, o en mi opinión…sería: No tenemos una identidad como para trasladar a la pintura, porque no queremos saber nada de eso. Nosotros nos identificamos con Europa, pintamos como los europeos, como los yanquis, lo que sea, pero no como argentinos”.

El arte, el mercado del arte está atravesado por decisiones políticas, económicas y culturales en relación a esos ejes Marcelo nos comparte que : “Para mí la cultura  es el exceso de esas cosas como la cumbia villera, el carnaval,  todo lo que vos veas como cultura donde la gente se suma de una manera espontánea, eso no tiene cabida en el arte argentino por ejemplo. El arte argentino es algo artificial hecho para vender”.

Y a manera de autocrítica expone: “Es un tema… no te diría complicado, porque si yo tengo que analizar mi pintura en base a lo que te estoy diciendo, no tiene  esos condimentos. A mi me gusta pintar el paisaje. Si, tengo muchas ideas que voy tratando de ver como las resuelvo en la cabeza pero no las he aterrizado, honestamente. Pero sí sé que me siento muy en falta con esas cosas”.

Para terminar la charla indagamos qué pintor de la historia lo ha impactado: “A mí me gusta mucho Degas. Edgar Degas fue uno de los primeros pintores que le dio importancia a la gente de abajo. A las lavadoras, a las planchadoras, a la gente de los bares… el tipo hacía como una burla de la burguesía. Vos agarrás las pinturas de él y eso se nota hasta en la composición. Entonces, capáz que si hay algo que tomar de eso es justamente poner en valor la cultura, pero la cultura nuestra, no la cultura que quiere el rico que es el que me va a comprar. No… cagarse en todo eso y decir: voy a pintar por el hecho de pintar, y  voy a pintar esto porque yo creo en estas cosas, me gustan estas cosas. Es simplemente eso.

 

PRODUCCIÓN: La Mirada.

 

 

 


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