NATALIA ESCOBAR ES FUEGUINA.

Nacida en Ushuaia, hizo su primaria en la escuela Nº 9 y la secundaria en la EPET. En su adolescencia cantaba en la parroquia María Auxiliadora: “Siempre me gustó cantar y siempre estuve ligada al arte. Cuando era más chica bailé mucho tiempo folklore, cuando estaba la Escuela Municipal de Danza en el polideportivo, así que siempre estuve con el tema del arte».

 Cuando terminó el secundario Natalia sabía que no iba a estudiar arquitectura ni ingeniería: “y bueno, como siempre me gustó cantar ¿por qué no me dedico a esto?. Nunca había estudiado nada de técnica, más que saber que era afinada y saber que podía llegar a la gente. En la parroquia es más fácil llegar, porque la gente está dispuesta a escuchar”.


Una de sus mejores amigas se había ido a estudiar a Mendoza y le propone que vaya con ella: “y bueno… no sé, lo hablo con mis padres a ver si pueden bancarme los estudios. Lo hablé con mi familia y me fui a Mendoza a estudiar. Estudié en la Universidad Nacional de Cuyo, licenciatura en canto”.


Después de terminar sus estudios vuelve a Ushuaia, lleva ocho temporadas trabajando en la Galería Temática de la Última Bita. “ahí salgo a cantar todos los días a las 5:30 por el balcón de la galería temática, de lunes a lunes. Los días que hay barco salgo dos veces al día a veces. La idea es, además de brindar un espectáculo a la calle que está buenísimo; juntar gente, que conozcan, que pasen a conocer el local, la galería. Es media hora que canto todos los días, repertorio de todo, un día hago musicales, otro día hago ópera, canzonetas italianas, algunas en español también. Eso es lo más interesante  hecho acá en Ushuaia”.

USHUAIA Y SU PROFESIÓN

Natalia nos cuenta que Ushuaia la ha recibido muy bien con su  profesión: “porque la gente necesita que le presten atención. Y todos en algún momento tenemos el sueño de querer cantar. Casi todas las personas tienen el – a mí me hubiera encantado dedicarme al canto pero…- entonces vienen a mí con un poco de expectativa y ansiedad de que los escuchen y de generar un poco de ilusión en la persona, entonces tengo un montón de alumnos. Un montón, de todas las edades”.

A Natalia le agrada trabajar con gente grande, con adultos mayores: “Tengo muchos adultos mayores. Estoy en un hogar de día, ahí tengo un taller que pertenece a Cultura Provincial, el de Kuanip, “Yaven Tarenghs”, estoy ahí y bueno la recepción fue genial, la verdad que le ponen todo los adultos, mis chicos de 80” (se ríe).

“El taller en el hogar de día funciona los miércoles y jueves, de 11:30 a 12:30” nos informa Natalia y explica que: “tenemos varias presentaciones. vamos generando intervenciones que a todos nos hacen bien. No solamente al grupo de canto sino a la gente que también lo recibe. Vos ves a mis chicas de 80 que le ponen todo para cantar, y eso se transmite”.

SEGUIR CRECIENDO A TRAVÉS DEL CANTO

Además Natalia expresa cómo a través del canto quiere seguir creciendo: “en Ushuaia hay mucho para dar, y se recibe de otra manera. Para mí que venga una persona después de haber cantado en un acto, o haber cantado en el balcón, que vengan y que te digan: gracias, me hiciste acordar a cuando mi abuela me cantaba las canciones de Italia, o la misma retribución de la gente que se van felices a sus casas y les cambiás el dia… en realidad uno es canal ¿no?”

 Sobre sus expectativas personales y profesionales nos explica que: “en el lugar más profesional que estoy trabajando es en el “Coro del Fin del Mundo”, donde tenemos proyectos concretos. La Fundación del Coro se preocupa porque tengamos capacitación, entonces trae todos los meses a un tenor del Teatro Colón que capacita todo el coro, y también a mí me capacita; yo tomo clases particulares con Gabriel Centeno, que está viniendo. Entonces me mantienen en training. Trabajando repertorio específico para mí, para mi voz, y para seguir creciendo en lo que es la lírica. Me encantaría poder viajar más a Buenos Aires a tomar clases, una vez por mes, es necesario estar estudiando continuamente, porque te achanchás, y llega un momento donde los recursos se acaban. Si quisiera soñar un poco más, me encantaría ir a Italia a trabajar cantando”.

SU EXPERIENCIA EN ITALIA

Natalia ya estuvo de vacaciones en Italia, era su sueño, una deuda. Allí aprovechó a tomar clases durante un mes con una soprano, argentina, que se recibió en el Colón, y se fue a vivir a Italia hace 30 años: “me fue muy bien, me dijo: – si querés venirte venite, estudiate este repertorio, con esto podés audicionar en Roma para el conservatorio Santa Cecilia, el Teatro de la Ópera, donde uno puede audicionar y tener un puesto de trabajo en el coro por ejemplo, son puestos pagos – Eso me encantaría hacerlo, un tiempito aunque sea, probar estar en training en el escenario”.

Aunque Natalia viajó a conocer sus orígenes en Italia, la mayoría de su familia está en Ushuaia. Aun no tiene pareja ni hijos, está dedicada plenamente a su profesión.

De algún modo Natalia nos revela su modo de trabajo y como se consolida en su profesión: “Yo soy partidaria del trabajo de hormiga, por ahí el reconocimiento no lo busco en grande. Para mí, llegar a las personas en el día a día es el trabajo real en realidad. Eso es, a eso apuesto yo. Si vas a cantar a una escuela, ¿cuántos alumnos te escuchan?, ¿cuántos chicos quizás por el resto de su vida se acuerdan de ese acto que fue a cantar esta chica que tiene un timbre particular, que no es común escuchar acá en la ciudad?. Entonces ese es el aporte que yo hago, otra cosa distinta”.

Natalia siente que su timbre de vos es particular, y nos explica de que modo se le revela en el vínculo con la gente: “Si, uno como músico es muy crítico, a veces te gusta y a veces no te gusta como cantás. Pero la gente viene y te dice: – ay, ese timbre que tenés – que les despierta cosas lindas a las personas, cosas humanas, sentimientos de felicidad, que sé yo, y bueno, eso es porque quizás yo he trabajado, he formado mi voz para eso, más allá de que uno le pone su sello personal a la interpretación o lo que sea, pero yo me di cuenta que puedo llegar al corazón con mi voz”.

“Yo en mi casa escucho música celta, y escucho música del mundo, me encanta el fado de Portugal, me encanta el flamenco, como también me gusta Raly Barrionuevo, escucho de todo un poco, me gusta Rosana, Pablo Alborán” nos expresa entusiasmada, y agrega que: “cuando llega el domingo pongo el parlante y escucho, depende cómo me levante, las ganas. Si tengo ganas de limpiar pongo la música celta, esa es la música que yo escucho, aparte de las cantantes líricas que me encantan, Anna Netrebko, las clásicas, Maria Vargas, por ahí lo escucho a Pavarotti, pero es poco”.

Sobre su placer musical señala que: “si tuviera que elegir un género para dedicarme a lo popular me encanta la música celta. Celta de España ¿no?, porque hay distintas regiones, distintos estilos, es como que me conecta con las raíces” sobre sus raíces nos dice que: “Sí, tengo una mezcla de todo, la más fuerte es italiana. Al menos la que siento yo. Mi abuela paterna llegó en el 49 acá a Ushuaia y siempre tuve conexión con Italia, por mis bisabuelos, por mi tía. Y en Italia me pasó que me encantó, no me pareció un lugar extraño, la cultura me gustó. Volvería una y mil veces a Italia, no a volver a ver la tierra de mis orígenes sino porque me encantó el país, lo cultural, bueno… es otro mundo, otra manera de vivir, otra manera de ver las cosas. Algo que me llamó la atención fue que en todas las iglesias hay folletería con precios, donde uno agarra el librito y pone la plata en la urna, y no hay nadie que te controle a ver si pagás o no. Acá en la Argentina no pasa”.

USHUAIA UN CRISOL DE CULTURAS

Natalia nació y se crió en Ushuaia la ha visto crecer, desbordarse, estallar y tiene su aprecio de esa dinámica sociocultural: “Yo creo que Ushuaia es un crisol de culturas, tiene identidad pero no una identidad definida, somos un conjunto de cosas, porque acá te encontrás con el boliviano, con el mendocino, con el formoseño, que cada uno aporta lo suyo. Hoy también tenemos gente que construye y gente que destruye, hay de todo. Hay gente que ama esta tierra, y hay gente que la odia con toda su alma, y odia el frío. Y para estar acá tenés que amarla, tenés que amarla, porque si no amas este día de la primavera… ¿para qué estás acá no? Entonces hay gente que viene por lo económico, a hacer diferencia, y al no amar esta tierra a la larga perjudica. La energía que uno va sembrando se nota después. Porque la gente anda idiota. Y hay otra gente que se despierta y saca el celular porque ve estas montañas y saca foto y lo publica en el facebook: ¡mirá maravillosa Ushuaia!”.

“Es un conjunto de cosas Ushuaia” dice Natalia y confiesa que: “ Yo soy partidaria que hay que trabajarla todos los días, hay que levantarse, emponcharse, y salir a laburar. Dar lo mejor de uno. Así me educaron mis padres; mi papá no faltó nunca a su trabajo, hasta el día de hoy sigue pensando en cómo mejorar la ciudad, a veces lo escuchan a veces no, y bueno, así me crié yo, siempre tratando de dar lo mejor, de pensar en lo mejor más allá de todo”.

Desde su punto de vista Natalia tiene la experiencia que la gente consume el repertorio de música Clásica: “a la gente le gusta. Cuando estaba el Festival de Música Clásica había conciertos que se llenaban, había gente que ya tenía su bono anual e iba a todos los conciertos”.

Y además ella ve que en Ushuaia pasan cosas que no pasan en otro lugar del mundo: “ por ejemplo hemos tenido una orquesta que tocó las 9 sinfonías de Beethoven, entonces vos dedicabas 9 días y escuchabas las 9 sinfonías de Beethoven. Cuando en tu vida pones un cd para escuchar una sinfonía, al otro día otra… y ahí tuviste la oportunidad de escucharlas en vivo. Las 6 sinfonías de Tchaikovsky con la orquesta rusa que vino. Esas cosas no pasan en ningún otro lugar del mundo, que uno que está en el ambiente dice: Guau! yo voy, no me lo pierdo!. Y la gente que no está acostumbrada dice: “no… está frío, mejor me quedo”. Y hubo conciertos gratuitos, que sé yo, eso fue muy importante para la cultura de acá de Ushuaia. Y con el coro queremos aportar de vuelta eso, esa puerta que se abrió y que está ahí, con el coro queremos seguir generando ese tipo de conciertos. donde la gente pueda consumir otra cosa”.

Le preguntamos a Natalia que si algún niño, algún adolescente o algún adulto que va a clase, a un concierto y la escucha cantar, se le prendiera el deseo de hacer canto, ella ¿qué le diría?: “Que lo apuesten, nunca diría que no. A una persona que se abre al arte va en el camino correcto, para mí. Tengo tres alumnas adolescentes que son potenciales, ¿cómo me voy a privar de hacer a una persona sensible al arte?, ¿o de machacarla para que no lo haga, para que no se conozcan en eso?. Para mí eso es lo importante. Si bien una persona con 65, 70 años quiere hacer una carrera lírica…obviamente que no vamos a llegar a ese camino, pero que lo podemos mejorar seguro. Yo en eso sí, apuesto. Y creo que cada persona puede encontrar su camino en el canto, más allá de las limitaciones. Si es una persona grande no vamos a hacer una carrera profesional, pero si podemos mejorar otras cosas”.

 EL CANTO COMO CAMINO

 Natalia nos remarca de qué modo el canto la ayudó a encontrar un camino, y a conocerse.: “el canto fue mi lucha interna durante varias etapas de la carrera. Vos te la replanteas, porque un camino tan de hormiga, los logros no se ven a corto plazo, se ven a largo plazo. Para estudiar con un maestro mínimo tenés que estar 6 años, tenés que darle a ese maestro 6 años mínimo para que vos incorpores los conocimientos, y después de 20 años, no dicho por mí sino por grandes cantantes, aprendés la técnica para cantar”.

Igualmente expone que su disciplina es un trabajo de conocimiento constante: “Tenés que tener feeling con tu maestro. Tu maestro te va a dar imágenes, te va a dar su propia experiencia, cómo él encontró su propio sonido, y eso lo tenés que captar, y lo que vos aprendés después lo transmitís. Y hay que ser muy claro con las imágenes en el momento del canto ¿no? porque una cosa es el apoyo, el aire, la colocación, la impostación, los resonadores…. eso uno lo entiende pero después son sensaciones internas”.

Sin embargo apunta que: “Cuando el maestro te dice: “así!” y vos sos el único que sabe lo que hiciste adentro… ¿se entiende?… claro, ¿que hice? baje la lengua, moví el… ¿que hice?. Ese conocimiento es lo que te lleva mucho tiempo, cronológico”.

Natalia estuvo ocho años con un profesor de la facultad con el que no le fue muy bien, después estuve seis años más con una profesora que: “me cambió la vida, como que volví a nacer con esta persona, y después me perfeccioné con otro maestro, grande, de 85 años, que él era cantante que incluso había conocido a Maria Callas, estudió en Francia, estuvo en la mejor época de los cantantes en Francia. Con él fue como el salto más grande, más profesional, y ahora me siento preparada para perfeccionarme con cualquier maestro que venga”.

Con este sentimiento de estar preparada para perfeccionarse con cualquier maestro nos formula lo que espera de ellos:“Cada uno te da lo suyo, cada uno tiene su librito bajo el brazo, y uno toma lo que le sirve, es así. No es fácil. Vos agarrás una partitura y decís: “cantás”… no es cantás, tenés que ver el estilo, ver qué es lo que quiere el compositor… En una obra popular si agarro la guitarra y canto hago mi libre interpretación, y no pasa nada. Pero en una partitura tengo que cantar lo que está escrito, me dice si tengo que cantar piano, si tengo que cantar forte, cómo lo tengo que interpretar, incluso me pone los sentimientos, melancólico, con alegría”.

Sin embargo no es tan simple el trabajo con las emociones a la hora de interpretar: “Bien, en esto hay que ser inteligente; si uno pone demasiada emoción te quebrás. Si estás pasando por una situación emocional, si te separaste, tenés estrés, estás triste, se te murió un familiar o lo que sea, te quebrás. Y ahí es cuando entra en juego el profesionalismo, decir: – bueno, a ver, me saco este chip, hay que cantar – Y trato de que la emoción de la obra no me llegue, pero no dejo de transmitir. Yo tengo que llegar a la otra persona porque ese es mi arte, con el canto, llegar, pero mantenerme firme si estoy pasando por situaciones complicadas, porque pasan, a cualquier persona le pasa. A cuantos cantantes se le ha muerto un familiar el mismo día y vos los ves brillantes, porque tienen el oficio”.

Como solistas soprano, Natalia Escobar indiscutiblemente se destaca en la escena fueguina, es protagonista en cada presentación de los cantantes y coreutas fueguinos   en diferentes escenarios del país. Este año, el 12 de noviembre, cantó como solista en el Centro Cultural Néstor Kirchner, junto al Coro del Fin del Mundo. Tal vez esa fuerza protagónica le venga tal como le gusta decir a ella, porque: “ hay que trabajarla todos los días, hay que levantarse, emponcharse, y salir a laburar. Dar lo mejor de uno”.

 

PRODUCCIÓN: La Mirada.

FOTOGRAFÍAS: Alejandro Held/ Natalia Escobar


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