En esta nota, los ganadores de 2018 del Concurso de Arte y Transformación del FNA señalan aspectos decisivos para el funcionamiento de las organizaciones sociales.

Puesta en común de los participantes del Seminario de Arte y Transformación Social en la Casa de la Cultura del Barrio 31 “Padre Múgica”

Este año el Fondo Nacional de las Artes −a través del Concurso de Arte y Transformación Social− vuelve a reconocer aquellas iniciativas comunitarias que toman al arte y la cultura como espacios de innovación y de transformación social. Para los programas que se presenten en esta edición −cuya convocatoria estará abierta hasta el 15 de octubre− es requisito que estos estén en vigencia o finalizados no antes del 2017.

¿Cómo hacer entonces para que una organización social pueda tomar una idea y sostener la acción en el tiempo? Con esa premisa, se organizó un Seminario sobre Arte y Transformación Social en el que ganadores del año pasado reflexionaron sobres sus prácticas y en el que el equipo del FNA puso a disposición los aprendizajes obtenidos luego de tres años consecutivos de impulsar un concurso específico sobre el tema.

En la primera jornada del seminario los participantes conocieron in situ la experiencia del Club Defensores del Chaco, en Moreno. De ese encuentro surgieron algunas claves a tener en cuenta:

  • Establecer un buen vínculo entre la organización y su territorio 

Un buen ejemplo de este lazo es el Club Defensores del Chaco en el barrio “Chaco Chico” del partido bonaerense de Moreno. El “Defe” nació hace 24 años y logró transformar un basural en dos campos de deportes, un centro cultural y un jardín de infantes. Con gran participación de los vecinos, son los creadores de la metodología “Fútbol callejero” que hoy exportan al mundo a través del movimiento homónimo. Ezequiel Martín, profesor de educación física, recibió en el predio del Club a las ONG ganadoras del concurso del FNA y señaló: “Soy un ejemplo. Fui uno de los chicos que jugaba en el potrero del barrio y hoy soy uno de los replicadores de un método que toma al deporte como una herramienta para generar cambios”.

Desde la limpieza colectiva de los basurales en los que se asentó el Club hasta la creación de una escuela de fútbol dictada por los propios vecinos, todo en la asociación fue trabajado en vínculo constante con el barrio.

  • Brindar un lugar prioritario a los participantes

Otro eje de trabajo es el lugar que se le da tanto a los voluntarios como a los destinatarios de las actividades. Gabriel De Coster, del programa «Teatro de Papel» −una propuesta artística-didáctica sobre los derechos de los niños que recorre escuelas en el Delta−, lo explica así: “Es importante tener mucho diálogo con quienes trabajás y escuchar a los usuarios. Cada vez que vamos a una escuela decimos que no vamos a hacer una función o un taller sino a un encuentro y que cuando aparece ese encuentro, que lleva tiempo y paciencia, ahí recién empieza el trabajo”.

Saber escuchar, no imponer, es también una característica de aquellas iniciativas arte-transformadoras que perduran en el tiempo. Mariana Carmona Torregrosa y Victoria Glansman, del Laboratorio de Cine y Audiovisual Comunitario que se viene desarrollando hace varios años en la ciudad de Córdoba, también lo señalaron. Su propuesta actual está dirigida a adultas mayores (mujeres, lesbianas y personas trans) para acercarles herramientas técnicas y teóricas. “No hay que ir con la idea de afuera. A veces pensás que la comunidad necesita algo pero tal vez no es así. Nosotras, cuando vamos a un taller, no tenemos nada armado. Vamos con las herramientas, el uso de la cámara, lo técnico, pero lo que sucede en ese espacio, en ese encuentro, sucede ahí con todo lo que llevamos las personas que participamos de él».

  • Promover un saludable funcionamiento interno

El trabajo en equipo, la división de tareas y establecer niveles de responsabilidades reales también son aspectos importantes para estas organizaciones, cuyo funcionamiento depende tanto del grupo de gestión como de los voluntarios. Después de todo, de lo que se trata es de organizar voluntades.

“Me dio tranquilidad sentir que algunas de las fortalezas que le permitieron a Defensores del Chaco trascender, también las tenemos en nuestros proyectos”, reflexionó Amanda Cámara Crespo de la iniciativa “Biblionidos”, de Chaco, que participó del seminario. Su proyecto se dirige a promover la oralidad durante el proto-vínculo entre la mamá y su bebé, en el embarazo. “Una de esa fortalezas es que tienen un equipo −mitad voluntario y mitad no− dedicado a gestionar. Y que entienden que cuando alguna gestión sale a destiempo hay que perseverar y planificar. Por ejemplo, ahora nosotros conseguimos un espacio físico, pero el grupo humano original ya no es el mismo y perdimos muchos buenos recursos en el medio. Defensores nos demuestra que hay que seguir”.

  • Establecer una estrategia de vínculos con los distintos estamentos del Estado

Este punto es fundamental porque las iniciativas transformadoras no son una isla en el territorio. Tanto a nivel municipal como provincial y nacional existen políticas públicas con las que se pueden converger, como suele explicar Diego Benhabib, coordinador del programa Puntos de Cultura de la Secretaría de Cultura de la Nación. Este aspecto además es prioritario para el financiamiento de las iniciativas. Sostener diálogos con la institucionalidad pública permite ampliar los alcances y articulaciones con otras áreas que desarrollen políticas vinculadas al trabajo de la organización.

  • Revisar los objetivos principales periódicamente

Este es otro eje que suelen remarcar desde Puntos de Cultura, cuya red nacional ya llega abarca a más de 700 grupos comunitarios. También es la opinión de Agustina Chirife y Silvia Temporetti del CCPAR, un centro de artes y oficios que funciona en el marco del “Programa Andrés”, de Rosario. “Cuando comenzó el programa Andrés como una comunidad terapéutica en Rosario la internación era cerrada, pero con la práctica el paradigma fue mutando a uno de ‘prevención inespecífica’ con casas abiertas y centros culturales en los que participan grupos más heterogéneos con chicos con  problemas de adicción y otros que no”.

“Para que las cosas salgan bien hay que hacerla tres veces. Luego, es importante la capacidad de valorar lo hecho y evaluar si lo podemos hacer mejor; también tener una meta clara y saber que la podés cambiar en la dinámica de avanzar y aprender”, explica, por su parte, Maximiliano Trento, también del proyecto «Teatro de Papel». Revisar si los objetivos se siguen ajustando al contexto es entonces otra clave para desarrollarse en el tiempo.

  • Trabajar en red

Por último y, tal vez, más importante: unir fuerzas. Una tarea absolutamente necesaria es detectar otras iniciativas que provengan tanto del sector social como del sector privado y que se desarrollen en el mismo territorio y/o que trabajen con la misma población o temática. El objetivo es potenciar el alcance de las acciones.

Andrea Álvarez Gamarra, también del proyecto “Biblionidos”, destaca este aspecto del “Defe”. “La experiencia de este Club nos abrió la cabeza sobre cómo una buena idea que atraviesa el corazón de la comunidad puede establecer redes que la hagan crecer. Nos vamos con la mochila llena de herramientas para poder articular con salud, educación, centros comunitarios e iglesias”, aseguró.

FUENTE: Fondo Nacional de las Artes.


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