María Clara Vickacka nació en Buenos Aires, se crió en una calle de tierra con un vivero enfrente, y allí aprendió el lenguaje de las flores. Tiene dos libros publicados: Giroscopios (2015) y el reciente  “Romance de la Duquesa” junto a la artista visual Sol Cófreces publicado por la Editorial Tierra del Fuego. Apasionadamente nos cuenta como llegó a Ushuaia y cómo reparte su tiempo en  pequeños mundos que la apasionan: la escritura, la lectura, la cerámica, la música,  y la pintura.

“Soy una docente, soy docente de alma. Siempre quise ser docente y quise ser maestra rural y lo pude cumplir” nos manifiesta pensativa María Clara 

Recién casada se instala en Gobernador Gregores, Provincia de Santa Cruz, allí vivió tres años, vivían en el campo: “era un lugar pequeño, crecer o ampliar un poco el horizonte se complicaba porque no había mucha oferta, por ejemplo, de cuestiones para estudiar o para capacitarse. Entonces nos vinimos a Ushuaia. En ese momento era la tierra prometida, y bueno un poco lo fue, para nosotros lo fue”.

María Clara expone de qué modo sintió que fue la tierra prometida: “Porque nos dio muchas cosas… Ushuaia fue absolutamente generosa desde lo laboral”. Antes de llegar a la Patagonia venían de trabajar en Buenos Aires, en la zona de José León Suarez, Boulogne… “escuelas complejas, con realidades sociales complejas. Trabajábamos en una escuela de curas tercermundistas”. La zona cerca del río Reconquista se inundaba, la gente se alojaba en la escuela: “nosotros íbamos a cocinar… es decir, veníamos de trabajar en lugares difíciles….y de repente dije: ¡Upa! esta no es mi realidad… y en Ushuaia bueno, empezamos a hacer nuestro camino”. 

“Trabajé en la escuela 9 dos años, después titularicé…trabajé casi 10 en la 31, y después pedí mi traslado a la escuela 13… porque me comentan que la escuela 13 hace una feria del libro todos los años, y ese era el lugar donde yo quería estar”. 

En esa institución, María Clara, siempre se desempeñó en el área de lengua y comenzó a encargarse de la logística de la Feria del Libro: Contactos con los escritores, difusión, comida, alojamiento, traslados, stand, “Tuve la suerte de encontrar siempre directivos que me dejaban crear. Yo cuando miro para atrás digo – Uf, cuantas cosas ¿no? – Uno a veces inmerso en la situación se queja, pero… no sé, gente que te dejara trabajar, que miraba lo que hacías pero que te dijera: ¡dale para adelante!”. 

Sobre Tierra del Fuego expresa: “Creo que es una provincia generosa y de hecho creo que muchas cosas, no solamente el libro, muchas de las cosas que pude hacer; de capacitarme, de conocer, de conocer a tantos escritores, por ejemplo, es porque me lo permitió el lugar, entonces soy muy agradecida de eso”.

¿Y escribir cómo surge? : “siempre me gustó, de chica escuchaba mucha música, en mi casa los libros y la música estaban a la par digamos, de otra cosa… o tal vez más, era lo que más se consumía, era la época – me acuerdo – que en mi casa se escuchaba Serrat, Mercedes Sosa. Mis padres eran como un ejemplo de la época: el hijo de inmigrante que había llegado a ser profesional…Y bueno lo cultural era muy importante. Pero no en el sentido de culto, sino de crecimiento, creo que hay una diferencia. Una cosa es ser culto y otra cosa es tener, es conocer… cada uno a su manera es culto. Yo se cosas que vos no, que el otro no, y a la inversa”. 

Siempre le apasionó la escritura, escribía de chica, hizo talleres online, estudió a distancia, siguió probando, practicando, hasta intentó iniciar una novela: “no llegué a la novela, pero llegué al primer capítulo. Escribí el primer capítulo sobre un personaje de esta ciudad”,  y aunque parezca una nimiedad para ella era importante escribir los discursos de los actos escolares: “me pedían eso porque cuando yo escribía no escribía para los adultos, escribía para los chicos. Entonces yo les recordaba todas las cosas lindas que habían pasado, las que yo había creído que habían sido lindas, hasta los recreos… además la escritura tiene que ver con la lectura… he leído bastante, no tanto como hubiera querido, pero he leído bastante, sobre todo para chicos, para la escuela. Un docente tiene que ser un gran lector para poder ofrecer, porque tiene que ofrecer con criterio. No porque a uno le guste le tiene que gustar alalumno, pero tiene que poder discutirlo”.

 

LOS INICIOS DE LA ESCRITURA

El dramaturgo, Jorge Acame, observó que la escritura de María Clara “tenía tranco de novela… Como que daba la extensión para novela”, pero ella reflexiona que: “ A mí, tan larga la escritura no se me da tanto, se me dan más los cuentos”.

Cuando descubre la poesía empieza la efervescencia, allí de casualidad en un embotellamiento en la calle Deloqui y Yaganes: “ yo miro así para arriba y espero. Miro y veo la ballena de la casita de los Soro… hay una casita que en su momento fue un bar o no sé qué… que tiene en la cumbrera: una casita, un pináculo y una ballena. Me quede mirando, bueno, boludeando, esperando a que avancen y me dieran el paso… – ¿Qué hace una ballena arriba de un techo?, en una cumbrera – Entonces digo, como un juego de palabras: ¿Esa ballena redonda querrá volver a nadar?… y así quedo”. “Las cosas para mí aparecen por casualidad. Y por eso es tan poco lo que escribo… no tengo esta cuestión o esta costumbre de sentarme y ponerme a escribir. De repente algo pasa por ahí y me llama la atención”. 

A partir de esos dos versos que nos cuenta María Clara surge Giroscopios, su primer libro editado en Buenos Aires por Editorial del Naranjo: “cuando lo escribo le pido a Norma Huidobro, que es escritora para chicos… ella ha ganado el premio La Nación con alguna novela, yo le pido de encontrarnos…Le pido que me oriente, que me diga cómo se hacía para publicar, para ver si me animaba”.

“Giroscopios” en ese momento se llamaba “La ciudad de las veletas”, Norma Huidobro le pide que se lo lea. Y le dice “Lo vamos a publicar”. El hijo de Norma es el director de la Editorial del Naranjo. “Así es como publican “La ciudad de las veletas” como “ Giroscopios”, título con el que no estaban de acuerdo, pero bueno, ¡Vamos! , al título lo pongo yo”.

Así fue como María Clara empieza a meterse en la escritura, en general le gusta el poema narrativo. Giroscopios es un texto que habla de distintas veletas que hay en la ciudad de Ushuaia, Algunas se destruyeron, pero muchas sobreviven: “por ejemplo está la veleta de Fank, tiene una veleta enorme. Está la veleta del esquiador que también existe y está en perfectas condiciones. Bueno y del gallo y la bruja”, pero por supuesto que María Clara no habla de ese objeto de metal, generalmente en forma de flecha, que puede girar sobre un eje vertical y, colocado en lugares altos, señala la dirección del viento: “hablo del arraigo y del desarraigo. La veleta está sujeta. Está fija en un lugar, pero tiene un lado suelto, una parte suelta. Somos un poco… no quiero decir todos los fueguinos, pero bueno, los ushuaienses por adopción… tenemos un poco esto ¿No? Esta dicotomía, estamos acá porque acá es donde vivimos, es donde comemos, es el lugar que nos da la posibilidad económica, y nos la dio con creces en otras épocas… pero estamos allá. Mirando el lugar que dejamos”.

Popularmente la expresión “Es una veleta o es un veleta” es un poco descalificativa, no obstante y por el contrario, María Clara nos dice que:  “a mí me remite a esto; a movimiento, por un lado, y a arraigo por el otro” .

El libro habla de las distintas veletas de la ciudad: “hay un estribillo que se va repitiendo todo el tiempo cada dos o tres estrofas, y dice: – Banderolas, giroscopios, vuelan sin poder partir, no se animan a marcharse… ¿A dónde podrían ir?-  Todo el tiempo lo digo a esto, porque pareciera que uno tiene muy claro que este no es su lugar, que se quiere ir, y sin embargo vuelan que vuelan sin irse, vuelan sin poder partir, banderolas, giroscopios, ¿a dónde podrían ir? ¿No? Ese ideal del lugar que dejamos, que tal vez no les permite ver este abanico de posibilidades que les da Ushuaia”.

“Este libro está ilustrado y es Ushuaia, vos lo ves, lo abrís, y es Ushuaia. Ves las casas de chapa, todo…, salvo… bueno… estos autos que este chico dibujaba (se refiere a Juan Pablo Caro el ilustrador de Giroscopios)  hacía autos antiguos y le digo: Bueno, hacé autos antiguos, no importa”… “Para eso sacábamos 80 fotos, con mi vecina un día nos fuimos por toda la ciudad sacando fotos porque este libro tenía que ser de Ushuaia, y lo es, desde la imagen lo es, y lo es desde el contenido”.

 

EL ROMANCE DE LA DUQUESA.

En el “Romance de la Duquesa” María Clara siente que le devuelve a Ushuaia algo de lo que la ciudad le di0. Y además siente que en los textos para chicos la imagen es muy importante: “hoy estamos muy marcados por la imagen. La imagen nos atraviesa, todo es imagen. Cosa que también es hasta peligroso ¿no? Porque pareciera que no podemos vivir sin la imagen o de la imagen. También condiciona muchas cosas. Hasta los vínculos. No sé, es complejo el tema de la imagen. Pero en el caso del texto para chicos. La imagen es importante…si yo quiero ofrecer un producto que abra mucho más el campo y la cabeza y me ayude a imaginar más cosas, bueno, la imagen es muy importante”.

Sol Cófreces decidió presentarlo en la editora Tierra del Fuego: “yo le decía: Sol, no vamos a conseguir ninguna editorial que nos publique – Se lo decía porque estaba convencida de que no, porque además es un tema muy local, es un tema muy nuestro”. Y Además, María Clara, estaba pasando por una serie de dificultades personales, entre ellas la delicada salud de su madre, y procesos inmobiliarios que la sumieron en un agotamiento físico terrible: “cuando venía, porque iba y venía mucho, nos juntábamos…yo tenía lo que llaman el “Síndrome del Burnout”, la cabeza quemada. Pero igual íbamos discutiendo y ella me mostraba… nos manteníamos en contacto por mail o cuando ella venía a casa o yo iba a la suya. A mí me encantó su trabajo. Me encantó, me gustan muchos los colores. Toda esta paleta me encanta”. 

Maria Clara nos confiesa sobre lo que habla su libro: “supongo que tiene que ver con el romance, en este libro está puesto el romance que yo tengo con este lugar. La duquesa es la excusa para poder hablar de una mujer, pero de alguna manera si se quiere también estoy hablando de mí. De alguien que, si bien no estuvo 80 años (en referencia al tiempo que el mascarón tardó en ser encontrado)…pero bueno tengo varios años de Patagonia”. Así que este romance tiene que ver con eso. También es una especie de disfraz de lo que soy yo; una persona que también se enamoró de un lugar y decidió quedarse.

 

PRODUCCIÓN: La Mirada.

 


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