La Biblioteca Popular Sarmiento llevó a cabo una actividad conjunta con la Secretaría de Cultura, en el marco de los festejos por los 98 años de la Biblioteca Popular Sarmiento y de la XXVII Feria Provincial del Libro.
«La villa rebalsa de poesía» fue una conversación con César González, moderada por Cintia Reales.
La sala Juvenil “Lucinda Otero” desbordaba de público, pero no todos los que estaban en ese
conversatorio conocían las producciones audiovisuales o literarias de César González, los dedos de las manos alcanzaban para contar a quienes habían leído sus libros o visto sus películas, tal vez como curiosidad sabían de su vida en la villa Carlos Gardel del Gran Buenos Aires, y que estuvo preso desde los 16 hasta los 21 años.
A poco de iniciar la charla y con la debida presentación de la moderadora Cintia Reales, Cesar preguntó si el público quería que les lea un párrafo de su libro “ El niño resentido”. Leyó “Cable” donde cuenta como hicieron para tener TV por cable en la casa y “Estrella” que refiere a las polémicas que se armaban en torno a las tramas y actuaciones de los actores en las películas que veían. Los dos capítulos sirvieron como base al inicio de su charla explicando que, en esos días de ver películas por cable vio
una que lo impactó por el relato, por la forma de narración, con los años, después de los veinte, descubrió que se trataba de “La Naranja Mecánica” y que ese es el tipo de cine que le gusta.
En el capítulo “Estrella” de su novela “Un niño resentido”, Cesar dice que: “ mi mejor infancia fue como espectador de mi madre, protagonista de sus propias películas” y comentó al público que: “Cuándo empecé a filmar solo tuve que reactivar ese amor por el cine que me transmitió mi madre”,
“Fui pibe chorro” dijo Cesar: “tenía una pulsión de muerte muy latente… evidente… pero vivía la vida a pleno. Muy vital” .
Vivía con la cercanía de la muerte muy latente: “no puedo creer la resistencia de mi cuerpo. Un balazo duele… tengo seis balazos”
En el transcurso de la charla resalaban frases como si fueran la escaleta de lo que quería compartir: “nadie sabe lo que puede un cuerpo” lo dice en referencia a lo que padecen los trabajadores de las villas, así mismo y sus seis balazos, pero no deja de citar a Baruch Spinoza.
“Nadie elije donde nacer ni a que clase social pertenecer” indiscutiblemente la meritocracia es
una falacia ya que: “los albañiles de la villa que han construido cientos de casa y departamentos se merecen tener una casa, pero se les va la vida sin lograrlo”.
Desde las villas surgen los albañiles que día a día cruzan a los barrios acomodados y construyen las casas y las mujeres que cuidan y crían a los hijos de esa clase media.
“Caigo preso baleado por la policía… salí en la tele. Me daba prestigio en el mundo del hampa”… “La cárcel es el oráculo de los machos… el sumun del patriarcado… pelean por
vencer, para ver quien es el más macho”…“pero el más pesado llora por su madre… por sus novias, por sus hijos. Navidad y fin de año son fechas muy fuertes cargadas de nostalgias”.
“Robar era un medio para alcanzar lo que la vida no nos había dado y la sociedad privado”.
En un momento pide disculpas a los psicólogos porque detesta la palabra “resiliencia” muy empleada por ellos y resalta que es el gremio que más le compra libros, pero remarca que: “a la resiliencia la aborrezco porque bloquea la responsabilidad social de lo que acontece con los pobres… son expresiones que bloquean”.
Una de las preguntas del público fue: ¿Que queda del antes… de ese Cesar que de alguna manera cambió? “casi todo” respondió rápidamente y agregó: “vivo en el mismo barrio.
Salgo a caminar por mi barrio y me saludan como uno más…salgo a comprar pan en chancletas”.
Haciendo referencia a los años de marginalidad contó que “yo era un cachivache del mundo del delito… me comportaba mal con mis vecinos, si me hacían algún reclamo los amenazaba de cagarlos a tiro”.
En la cárcel cuando comienza el proceso de cambio nadie le creía, ni los internos, ni los policías, ni los psicólogos: “creían que me hacía el que leía” destaca que tal vez “si leia la biblia podía ser más aceptado” pero era poesía: “poesía… se volvió loco o puto decían”.
El proceso de cambio, le llevo tres largos años, no fue un clip, pero comenzó cuando se dijo: “sé lo que necesito hacer… dejar de robar… al robar dañaba a otro… lastimaba… me pregunté ¿cuánta vida vale lo material?”
“La obra tiene potencia propia”, remarcó en referencia a que alguien del público le agradeció la presentación de su obra y que ella no habría leído el libro simplemente por su nombre “El niño resentido” a lo que Cesar destacó:“nunca leí un libro, ni vi una película por sus reseñas, cada obra tiene en si misma su propia potencia y eso es lo que vale… y no que el autor, como sucede mucho, ande explicando lo que quisieron decir”.
Cesar comentó que la editorial no quería que ponga la palabra: “Resentido… porque es igual a malo… pero la sociedad se niega a deconstruirla…es un adjetivo honesto… hay que repensar el término resentido”
“Me gustaría que haya una con literatura escrita por villeros, pero que hablen de otra cosa no solamente de la villa y que dejemos de ser hablados por los demás… tenemos derecho a la complejidad”.
Lo hegemónico no tolera al villero como sujeto productor de cultura sólo lo admite como objeto de estudio social.
Cesar, también hizo referencia a su libro “El fetichismo de la marginalidad” y explicó que si fuera futbolista villero o un cantante de cumbia villero que pondere la sociedad de consumo estaría lleno de plata: “pero me negué a ese camino de andar diciendo que si yo pude vos también… me negué a subirme a ese tren… si lo hubiera hecho tal vez sería millonario… voy a un montón de actividades culturales, conozco mucha gente, pero cuando todo termina vuelvo al ranchito que tengo en el patio de mi abuela, porque no me da para comprarme una casa o alquilar”. Asimismo agradeció a los médicos de la salud pública, a los maestros y docentes de la educación pública: “ si hoy estoy vivo es gracias a esos médicos que se peleaban con la policía cuando les decían ‘dejá que se muera ese negro de mierda’, me operaron y acá estoy vivo”.
Al recuperar su libertad, comenzó a estudiar Filosofía pero abandonó al poco tiempo para dedicarse al cine. Lleva realizados cuatro largometrajes de ficción y dos cortometrajes; como escritor, publicó tres libros de poesía, un libro de ensayos y una novela. Cesar González pasó por Tierra del Fuego mostrando un poco de lo que es capaz el cuerpo de un niño resentido.
FUENTE: Biblioteca Popular Sarmiento.
PRODUCCIÓN: La Mirada..
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